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| Mi historia con el sueño es como una montaña rusa: un ascenso difícil y continuo hasta llegar a tramos de descanso adecuado para después precipitarme a gran velocidad hasta largos tramos de apenas algo más de cuatro horas de sueño por noche.
Al comienzo de mi carrera me enorgullecía mucho pensar que no me hacían falta tantas horas de sueño como a mis colegas. ¡Podía hacer más cosas en un día! Yo era absurdamente productiva y estaba absurdamente exhausta.
Como periodista especializada en temas de salud, inevitablemente conocía la verdad sobre el sueño: es fundamental, no solo para la productividad y la precisión de una persona, sino también para la salud en general, la función cerebral, el estado de ánimo y la longevidad. Pero más o menos en la época en que comenzaba a buscar seriamente la solución —había comprado una máscara para dormir, tapones para los oídos y Tylenol PM; me acostaba y me levantaba a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana; absorbía regularmente ocho horas, que eran como agua para una esponja muy, muy sedienta—, tuve hijos.
Con el primero, pasé de ocho horas regulares de sueño a cuatro, y eso era en una buena noche. Fue una caída libre de la que ni siquiera traté de recuperarme hasta que mi hija más pequeña se aproximó a la preadolescencia.
Para entonces, algo había cambiado. Mis viejos trucos —incluido el cambio de Tylenol PM por algo más potente— no me dieron resultado. Todas las noches daba vueltas en la cama durante horas y a menudo me encontraba completamente despierta a las tres de la mañana.
La doctora Rachel Salas, experta en sueño y profesora adjunta de neurología en Johns Hopkins Medicine en Baltimore, dice que puedo agradecerle este nuevo giro a la llegada de la menopausia. "Los cambios hormonales pueden afectar el sueño". Me explicó que, entre otras cosas, los cambios en los niveles de progesterona y estrógeno pueden causar temperaturas más elevadas en el cuerpo. "Cuando se produce la transición a los niveles más profundos del sueño, el cuerpo realmente necesita refrescarse aún más. Es posible que una persona que duerme con mucho calor vea disminuir la calidad del sueño".
Sea cual fuere el motivo, los registros del sueño en mi Fitbit mostraban claramente mi estado lamentable en eso de dormir. Un martes registré 5 horas completas; después, caí en picada a 1 hora y 52 minutos el miércoles. Acredité un cambio y registré 4 horas y 52 minutos el jueves y me mantuve allí con 4 horas y 56 minutos el viernes. De ahí me precipité en caída libre a 1 hora y 8 minutos el sábado y 1 hora y 40 minutos el domingo.
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