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A veces, ser más delgado no es lo mejor

Tener unas libras de más puede mantener más saludables a unas personas después de cierta edad.


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GETTY IMAGES

Mientras que la epidemia de la obesidad está empeorando —cerca del 40% de los adultos en el país reúnen los criterios de tener serios problemas de sobrepeso— hay un lado opuesto menos conocido a las preocupaciones de peso y salud. Y empieza alrededor de los 80 años.

"Aunque la obesidad es el factor de riesgo número uno para las personas de mediana edad hasta el inicio de la vejez, los adultos mayores de 80 años enfrentan distintos tipos de desafíos”, explica Barbara Nicklas, profesora de medicina interna en la Facultad de Medicina Wake Forest.

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Como lo explica ella, las afecciones relacionadas con la obesidad, que abarcan desde enfermedades cardíacasderrames cerebrales, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer, son algunas de las causas principales de muerte prematura prevenible para las personas de mediana edad. Pero para quienes viven hasta los 80 años, dichos factores de riesgo empiezan a disminuir.

Y, por lo tanto, también podría disminuir el número que ves en la báscula. Mientras que la gente tiende naturalmente a subir de peso hasta los 75 u 80 años, después de los 80 tienden a bajar de peso, explica Nicklas.

El índice de masa corporal (IMC) ideal para las personas mayores de 64 años, según los expertos, es entre 24 y 29. “Pero una vez que llegas a los 80 años, la curva de mortalidad definitivamente muestra la ventaja de estar en la parte superior de ese rango”, dice Nicklas, o incluso un poco más arriba de un IMC de 30 —definido como obeso—.

"La curva del IMC cambia hacia la derecha conforme envejeces”, explica Nicklas, “o sea que un peso más alto es preferible en una edad más avanzada”. Esas libras de más protegen contra la pérdida de peso no planeada debido a condiciones del sistema digestivo (o cosas como problemas dentales) que evitan que las personas coman lo suficiente. También pueden ofrecer protección contra la insuficiencia cardíaca o EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Además, un rellenito extra puede ayudar a prevenir fracturas potencialmente mortales si una persona mayor se cae.

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De hecho, “si estás demasiado delgado y luego bajas de peso a los 80 años, corres el riesgo de volverte frágil”, dice David Reuben, un especialista en medicina interna geriátrica en el Centro Médico de UCLA en Santa Mónica, California. (La fragilidad es un síndrome clínico donde se presentan tres o más de los siguientes criterios: pérdida no planeada de 10 libras en un año; agotamiento auto-reportado; debilidad; caminar muy lentamente; y poca actividad física). Si tienes más de 80 años y tienes un IMC menor de 20, dice Reuben, estás en la zona de fragilidad.

Sin embargo, en algunos casos, puede haber pequeñas diferencias al definir qué es demasiado delgado. Erin Michos, profesora adjunta de medicina en la Facultad de Medicina de Johns Hopkins University, estudió a 6,000 pacientes durante un período de 13 años y descubrió que es importante tomar en cuenta la trayectoria total del peso durante toda una vida para poder evaluar el riesgo gradual. Por ejemplo, la pérdida involuntaria de bastante peso en edades más avanzadas necesita evaluarse independientemente del peso inicial de una persona.

La composición corporal también es importante. Nicklas explica que la trayectoria normal de la pérdida y el aumento de peso durante el transcurso de la vida tiene una forma algo parecida a una campana, pero que esta misma curva gradual no se aplica a la pérdida y el aumento de masa muscular y grasa. Naturalmente perdemos músculo constantemente a medida que envejecemos. Y adquirimos grasa. Así que nuestra composición corporal empeora a medida que envejecemos, “y no es muy probable que eso retroceda”.

De hecho, cuando empezamos a bajar de peso a los 80 años, podría acelerarse la pérdida muscular. A esa enfermedad se le llama sarcopenia: la pérdida de masa y calidad muscular, acompañada de una disminución en la densidad ósea. Y para las personas mayores de 80 años esto aumenta el riesgo de limitaciones funcionales, fracturas por caídas y discapacidades. Las mujeres tienen un riesgo más elevado que los hombres de sufrir tal discapacidad; probablemente se deba a que, para empezar, ellas tienen un menor porcentaje de masa muscular y mayor porcentaje de grasa corporal.

Es por eso que la mayoría de los científicos aconsejan no poner a las personas mayores de 80 años con un IMC normal o ligeramente obesas en dietas con restricción de calorías. Podrían sufrir una pérdida de masa muscular y densidad ósea que quizás no puedan recuperar. “Este es un gran impulsor de la discapacidad asociada con la edad”, dice Douglas Seals, un profesor en el Departamento de fisiología integrativa en University of Colorado.

Muchos científicos están estudiando la manera en que el cuerpo, al final de la vejez, sintetiza la proteína, y cuál es la mejor manera para las personas mayores de 80 años de maximizar el consumo de proteína para reducir la pérdida muscular. Pero, dice Seals, todavía no hay respuestas claras.

La mejor receta que tenemos hasta ahora para preservar la masa muscular en los adultos mayores, agrega Seals, es consumir al menos tres comidas al día que provean 30 gramos de proteína cada una, y hacer dos o tres sesiones semanales de entrenamiento de resistencia que ponga a trabajar todos los grupos musculares grandes. “Podría ser un programa de entrenamiento de resistencia basado en circuitos, donde la persona hace dos o tres series de 10 a 12 repeticiones cada una”. Además de eso, los expertos aconsejan caminar para mantener la movilidad.

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