Vida Sana
Viajar con una discapacidad que no es visible puede ser un problema. La Invisible Disabilities Association —en inglés— (Asociación de Discapacidades Invisibles) define una discapacidad invisible como "una dolencia física, mental o neurológica que no es visible desde el exterior, pero que puede limitar o dificultar los movimientos, los sentidos o las actividades de una persona". Estas discapacidades pueden ser, entre otras, ceguera, pérdida auditiva, autismo o epilepsia.
Según el estudio de mercado del 2020 de la Open Doors Association, más de dos tercios de los adultos con discapacidades hicieron al menos un viaje entre el 2018 y el 2019, y gastaron $58,700 millones.
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Peter Slatin, de 68 años, nació con retinosis pigmentaria, una rara enfermedad genética que primero destruye la visión nocturna, luego la periférica y finalmente la central. Cuando tenía poco más de 40 años, presentó una degeneración macular precoz, que destruye la visión central. Combinadas, las dos han borrado eficazmente todo salvo la luz y la sombra en la pequeñísima ventana de visión que le queda.
Equidad en el destino: viajes para todos (Destination Equity: Travel for All)
El estudio de caso de AARP (en inglés) sobre viajes accesibles e inclusivos es el último de la serie Equity by Design - Principles in Action.
"Viajar como persona ciega o sorda significa estar preparado para encuentros extraños con profesionales de servicios, muchos de los cuales carecen de capacitación y se vuelven inmediatamente inseguros, temerosos y torpes cuando se encuentran cara a cara con alguien con esas discapacidades", dice Slatin. "Me malinterpretan, me tratan mal, me tratan con condescendencia y me empujan y me jalan casi con violencia. Es desagradable y agotador.
"Sin embargo, viajo porque me encanta visitar destinos tanto nuevos como conocidos y hasta experimentar los que ya conozco con la vista más deteriorada que en una visita anterior, para poder sentir el lugar de forma diferente".
La Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA, Americans with Disabilities Act) de 1990 respalda los derechos civiles de las personas discapacitadas en instalaciones y transportes públicos de EE.UU., entre otros sectores. La ley no se aplica fuera del país.
"Aunque otros países no tienen leyes tan amplias como la ADA, existen equivalentes de ella en Europa, el Reino Unido y Canadá", dice Slatin. "La mayoría de las personas y lugares tienen actitudes hospitalarias y abiertas hacia todos los viajeros. Sin embargo, sigue habiendo muchos prejuicios en torno a la discapacidad que pueden dar lugar a interacciones desagradables y a veces denigrantes. Este tipo de comportamiento también está presente en EE.UU".