Vida Sana
Antonio Banderas le cuenta a AARP sobre su roce con la muerte y su papel —que lo convierte en un contendiente al Premio Óscar— como el alter ego del director Pedro Almodóvar en Dolor y gloria (Pain and Glory), un personaje inspirado en la propia vida de Almodóvar.
“No todos pueden hacer esa confesión en la pantalla; cerrar círculos, aceptar la realidad y reconciliarse con su pasado”.
¿A qué se refiere el “dolor” en Dolor y gloria?
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Dolor físico, aislamiento y soledad. Eso es lo que Pedro experimentó. Nuestros amigos en común decían, "Ah, últimamente Pedro no sale de su casa. Tiene problemas con la espalda, con migrañas”. Cuando filmamos La piel que habito, estaba en crisis —sombrío, preocupado y más agresivo—.
¿Quién tuvo la culpa?
Quizás yo contribuí a ello. Después de hacer ocho películas con él y luego estar 22 años sin él, regresé, no pedante, pero diciendo, “Mira lo que he aprendido. Soy un actor diferente ahora”. Al cabo de una semana trabajando, me dijo, “Eh, todas esas cosas que me traes, de las que estás tan orgulloso, no puedo usar ninguna. ¿Dónde estás tú?”. Lo tomé como una agresión. Este es un juego de poder. Pero cuando vi La piel que habito, me di cuenta de que él había logrado sacar de mí algo que yo mismo no sabía que tenía por dentro.
¿Cómo se preparó para Dolor y gloria?
Comenzó en mí el proceso de humildad. Así que, nueve años más tarde, surgió Dolor y gloria, que era un acto de amor por parte suya. Él pensó, Me vas a interpretar. Lo abordé de una manera completamente diferente. Me despojé de todas mis medallas, mis trucos, mis herramientas. Estoy aquí como un simple soldado. Y comenzamos de cero. No toco la trompeta. No toco el piano. Yo soy mi instrumento.
¿Cómo fue su ataque al corazón?
Estaba en mi casa de campo en Londres. Fui al gimnasio. Me sentía bien. Me quise preparar desayuno y comencé a sentir un dolor leve en ambos brazos. Me dije, “Ah, quizás levanté demasiadas pesas hoy”. Y entonces llegó el sudor frío en la frente —me faltaba un poco la respiración— y luego un dolor en la quijada. Supe que se trataba de un ataque al corazón. Esa noche colocaron tres stents en las arterias coronarias. Pensé: ¿Puedo hacer las mismas cosas que solía hacer? ¿Puedo beber alcohol? Wow, me voy a deprimir. Mi enfermera dijo, “No, la depresión es un trastorno médico; vas a estar triste. Y luego saldrás de eso y verás las cosas que son importantes en tu vida”. Es cierto; todo lo que ella me dijo. Desarrollé una sensibilidad hacia todo. Todo me hacía llorar.
¿De qué manera el infarto cambió Dolor y gloria?
Pedro se dio cuenta. Me dijo, “Hay algo en ti que ha cambiado. No lo escondas. Úsalo en este personaje. Él tiene que lidiar con el sufrimiento, con la cercanía de la muerte". Le dije, “Por supuesto, Pedro, nos vamos a embarrar juntos. Comencemos usando pedazos de las verdades de nuestras vidas; la tuya y la mía".
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