Vida Sana
Durante la madrugada del 17 de abril del 2014, el legendario intérprete de música afrocaribeña Cheo Feliciano manejaba a su casa en Puerto Rico cuando sufrió un accidente en Río Piedras. Pese a la insistencia de su esposa Cocó, él no acostumbraba a usar cinturón de seguridad, y falleció en el acto. Tenía 78 años y poco antes había sobrevivido una batalla contra el cáncer que tenía preocupados a sus colegas y admiradores.
Hasta ese momento, la longevidad de Cheo había malacostumbrado a los fanáticos de la salsa. En un ambiente plagado de muertes prematuras —desde Héctor Lavoe y La Lupe hasta Tito Rodríguez y Frankie Ruiz— Feliciano tenía la reputación de un recio veterano que había vencido las debilidades de su juventud, conservando el poder de sus cuerdas vocales mayormente intacto. Será difícil acostumbrarse a un mundo sin Cheo.
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Afortunadamente, dejó un legado extraordinario, una discografía abundante que demuestra su talento para alternar entre boleros acaramelados y material bailable de alto voltaje.
El estilo inconfundible de Cheo —su fraseo, la elegancia permanente en su entonación y el particular timbre de su voz— marcó escuela en el género tropical. Rubén Blades ha declarado que se inspiró en el estilo de Feliciano cuando empezó a cantar temas de salsa. En canciones como Anacaona y Pa'que afinquen, Cheo demostró un entendimiento absoluto de la clave, generando el sentimiento de vértigo que es indispensable para el swing afrocubano, con la sofisticación de un cantante de jazz. Sus grabaciones celebran las raíces viscerales de la salsa, pero lo hacen con un porte aristocrático.
La elegancia fue una de las armas más efectivas de Cheo. Conoció el éxito con una de las agrupaciones más estilizadas de Nueva York en los años 60: el sexteto de Joe Cuba, que reemplazó la imprescindible sección de vientos de un combo tropical con la austeridad de un vibráfono.
Originario de Ponce, Puerto Rico, Feliciano se había trasladado al barrio neoryorquino de Spanish Harlem en 1952, comenzando su carrera musical como conguero y trabajando con Tito Rodríguez. Esta conexión con los aspectos rítmicos del conjunto afrocaribeño explica su don intuitivo para sonear con una electricidad en la percusión que pocos cantantes de su generación lograron.
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