Vida Sana
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Mucho más que Ricky Ricardo
Este mes hubiera cumplido 103 años, pero Desi Arnaz murió, en California, a los 69. Sin embargo, este carismático artista cubano se ganó la eternidad al enamorarse de una pelirroja, Lucille Ball. Con ella creó un imperio televisivo que alegró la vida de millones de personas en todo el mundo. Desi Arnaz fue mucho más que Ricky Ricardo: músico talentoso y fiel a sus raíces cubanas, innovador de la televisión y astuto hombre de negocios. Hoy celebramos su extraordinaria trayectoria.
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Familia de alcurnia
Desiderio Alberto Arnaz y de Acha III nació en Santiago de Cuba el 2 de marzo de 1917. Su padre era el alcalde de la ciudad y su madre una mujer de la alta sociedad, hija de uno de los fundadores de la compañía que manufacturaba el famoso ron Bacardi. El pequeño Desi creció en medio del lujo y el privilegio, con cierta disciplina impuesta por el colegio de jesuitas donde cursaba sus estudios.
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Todo cambia
En 1933, la revolución de Fulgencio Batista cambia para siempre la fortuna de la familia Arnaz. Con la ayuda de un sirviente llamado Bombale, Desi y su madre se esconden en La Habana mientras los rebeldes ocupan sus propiedades. El padre de Desi es liberado de la cárcel y parte hacia Miami con $500 prestados. En junio de 1934, Desi, con 17 años, desembarca del ferry en Key West y abraza a su papá, feliz de encontrar un nuevo hogar en Estados Unidos.
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La música, por necesidad
Mientras su padre abre una compañía que importa azulejos de cerámica, Desi comienza la secundaria, en inglés, en Miami Beach. Para ahorrar, los dos se mudan al galpón de la compañía, viviendo entre azulejos y defendiéndose de las ratas con un bate de béisbol. Buscando una manera de ganar más dinero, Desi compra una guitarra por $5 y empieza a tocar rumbas con el Siboney Septet, conjunto de música cubana que se presenta en el hotel Roney Plaza. Su sueldo: $39 semanales.
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Entra Xavier Cugat
Una tarde, mientras Desi se presenta con el Siboney Septet a la hora del té, sus amigos de la secundaria pasan para saludarlo y aplaudir exageradamente cada vez que se pone a cantar. El famoso director de orquesta español Xavier Cugat, presente en el público, se impresiona con toda esta algarabía y le ofrece una prueba a Desi. Al día siguiente, el muchacho canta In Spain They Say Sí Sí, y Cugat le ofrece trabajo inmediatamente.
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