Vida Sana
La COVID-19 no cambió solamente la forma en que socializamos y trabajamos. También está afectando los espacios donde vivimos.
La pandemia ha obligado a los arquitectos y los planificadores de comunidades para jubilados, establecimientos de cuidados a largo plazo, hogares de ancianos y centros de vida asistida a reconsiderar sus diseños, especialmente ahora, cuando los residentes y sus familias esperan contar con espacios más seguros y flexibles.
Cuando la población envejece, aumentan las expectativas. De acuerdo con la Oficina del Censo de Estados Unidos, para el 2030 todos los baby boomers —73 millones de personas más o menos— tendrán más de 65 años.
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“Lamentablemente, la industria [de residencias para adultos mayores] es excelente en cuidar a las personas, pero no está tan enfocada en ocuparse de sus edificios”, dice Dana Wollschlager, socia y líder de práctica en Plante Moran Living Forward, una empresa asesora de desarrollo de centros de vivienda para adultos mayores con sede en Chicago. “La COVID ha obligado realmente [a las comunidades] a priorizar sus inversiones”.
Eso es particularmente esencial si se tiene en cuenta que el 42% de las comunidades para adultos mayores tienen más de 25 años, según Wollschlager. “Están diciendo: ‘Ay, Dios mío, tenemos que mejorar’”, comenta.
Estas son cinco de las tendencias principales en el diseño de espacios habitables para adultos mayores que surgieron o se aceleraron a raíz de la pandemia:
1. Nuevas inversiones en tecnología
La crisis de COVID-19 puso de manifiesto deficiencias en la infraestructura tecnológica y la conectividad, las cuales aislaron del mundo exterior a muchos residentes de comunidades para adultos mayores y hogares de ancianos durante el peor momento de la pandemia. A muchos les resultó imposible ver a amigos o familiares —ni siquiera en pantallas—, lo cual intensificó la sensación de soledad y aislamiento de los residentes de los centros de cuidados a largo plazo. Esa sensación persistió, incluso cuando algunos centros permitieron una mayor interacción.
Algunos estudios que indican que el aislamiento y la soledad están asociados con un mayor riesgo de demencia, de derrame cerebral y de muerte en los pacientes con insuficiencia cardíaca.
“La tecnología y la infraestructura son clave”, dice Wollschlager. “Nuestra industria ha postergado estas mejoras durante mucho tiempo porque son costosas, complicadas, y la tecnología cambia constantemente”.
Para asegurar que los residentes tengan acceso rápido e ininterrumpido a llamadas por Zoom, consultas de telemedicina y otros servicios en línea, las comunidades están ampliando el ancho de banda y eliminando los puntos sin señal.
Esta mejor infraestructura tecnológica ha ayudado a que las comunidades mantengan a los residentes activos e interesados, incluso durante períodos de cuarentena.
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