Vida Sana
Nota de redacción: Mia Yamamoto, de 78 años, no se propuso ser la primera abogada defensora transgénero de California. En realidad, Yamamoto, de Los Ángeles, ni siquiera estaba segura de que completaría la universidad. Nacida con sexo masculino en el campo de reclusión de Poston, adonde se enviaba a las familias de ascendencia japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, Yamamoto con frecuencia se sentía fuera de lugar durante su infancia y adolescencia, y al principio fracasó en la universidad. Luego de obtener su licenciatura, se alistó en el Ejército de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam. Posteriormente, se tituló en Derecho y luego trabajó para la Oficina del Defensor Público de Los Ángeles. En el 2003, cuando tenía 60 años, Yamamoto reveló que era transgénero, lo que la convirtió en la primera abogada defensora transgénero en el estado de California. Esta es su historia, en sus propias palabras.
Mis primeros recuerdos son un conjunto de memorias del reasentamiento tras el internamiento en el campo de reclusión Poston. Después de haber estado encerrados, todos pudimos volver de cierta forma a la vida y comenzar de nuevo. Sin duda, experimenté mucha discriminación. Porque ser japonés era probablemente lo peor que podías ser en la zona este de Los Ángeles después de la guerra.
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Avances en el activismo trans
1966: Una revuelta en Compton’s Cafeteria en el distrito Tenderloin de San Francisco marcó el comienzo del activismo transgénero. La revuelta se originó en respuesta al acoso por parte de la policía de drag queens, y personas transgénero y gais que estaban en el restaurante. Es uno de los primeros incidentes conocidos en que personas transgénero lucharon contra acciones opresivas.
1969: Los disturbios de Stonewall, una refriega entre miembros de la comunidad queer de la ciudad de Nueva York y policías después de una redada en el famoso bar, dan inicio al Movimiento de liberación LGBTQ+ moderno.
1970: Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, dos trabajadoras sexuales transgénero, formaron Street Transvestite Action Revolutionaries; más adelante crearían STAR House, en la ciudad de Nueva York, que trabajó para proveer vivienda para los jóvenes queer y transgénero sin hogar.
1975: Minneapolis protege a las personas transgénero con una ordenanza antidiscriminatoria que prohíbe la discriminación laboral y otorga acceso equitativo a instalaciones y servicios públicos. Es la primera ley de ese tipo en el país.
1993: Minnesota extiende la ley antidiscriminatoria a todo el estado.
2005: California promulga la ley Insurance Gender Nondiscrimination Act, la cual prohíbe que las compañías de seguros de salud nieguen cobertura a las personas transgénero.
2008: Stu Rasmussen gana las elecciones para la alcaldía de Silverton, Oregón, y se convierte en la primera persona abiertamente transgénero elegida en el país para una alcaldía.
2014: La Administración del presidente Obama dictamina que el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964 se aplica a las personas transgénero, y otorga protecciones federales antidiscriminatorias para la comunidad transgénero. La misma Administración dictamina también que Medicare debe cubrir las operaciones de reasignación de sexo.
2020: Bostock vs. Clayton County: el fallo de la Corte Suprema de Georgia afirma que el Título VII protege a las personas transgénero contra el despido laboral a causa de la transición.
2021: Rachel Levine se convierte en la primera persona abiertamente transgénero confirmada por el Senado de Estados Unidos para ocupar un puesto federal y es juramentada como subsecretaria de salud. Ese mismo año, Levine se convierte en el primer oficial de cuatro estrellas publicamente transgénero de los ocho servicios uniformados del país.
Con la identidad queer, generalmente descubres que eres trans alrededor de los 5 años. Los primeros años de la infancia son una tortura: tratas de integrarte en un lugar donde no encajas. Y comienzas a creer que no existe un lugar para ti. Especialmente en el caso de los niños transgénero, porque esa es una minoría particularmente minúscula.
Creo que ya al ser un niño queer eres diferente. Y creces en forma diferente, y tus hermanos no te tratan igual, porque tienes, diría yo, un estilo distinto. Mis hermanos eran duros. Pero lo que sí es cierto es que, al tener que pelear con mis hermanos, realmente aprendí a luchar. Aprendí de verdad cómo defenderme en el mundo.
Atravesé esos primeros años con fracasos escolares, decepcionando a todo el mundo, especialmente a mis maestros. Mis calificaciones eran muy malas, pero me las arreglé para graduarme de la escuela secundaria. Finalmente, me gradué del LA City College y fui a estudiar a Cal State.
Y después me incorporé al Ejército, porque estábamos luchando en la guerra de Vietnam. Al volver de la guerra, sentí que debía hacer algo. Así que ingresé en la facultad de Derecho; quería hacer lo que había hecho mi padre. Quería continuar su legado. Él era miembro de la NAACP, era abogado de la ACLU. Su ideal fue hacer siempre lo más noble, y eso era trabajar para los pobres.
Yo fui parte del movimiento antibélico porque sentía mucha culpa por haber sido parte de la guerra. Creo que todavía me siento culpable. De modo que, aunque en un principio me sumé solo al movimiento antibélico, este estaba estrechamente ligado a los movimientos por la justicia racial y social. Finalmente, fui a la oficina del defensor público. Necesitaba motivación para levantarme de la cama por la mañana, y necesitaba un propósito. Y el trabajo me lo dio. Trabajar para los pobres en los tribunales penales me dio un propósito.
Comencé a hacer terapia. Finalmente podía cubrir el costo. Una cosa que aprendí en la terapia [siendo transgénero de hombre a mujer] fue que realmente es un trayecto muy peligroso y de mucho riesgo. Pero cuando te das cuenta de que hay otras personas trans en el mundo, ese es un incentivo increíble para seguir viviendo. El solo hecho de poder hablar con otra persona y compartir las similitudes y las experiencias da una sensación de alivio, una catarsis increíble.
Tomé la decisión de revelar mi condición [de trans] públicamente cuando cumplí 60 años y me di cuenta de que podía morirme sintiéndome como una cobarde y mentirosa, dos cosas que odio en las personas. Y me odiaba aún más a mí misma porque vivía una vida falsa y llena de temor. Nunca había habido una abogada defensora transgénero en ningún lugar, al menos que yo supiera. Revelar la condición de trans es más directo y agresivo que declararte lesbiana o gay, porque vas a lucir y te vas a arreglar en forma muy diferente a como te veías antes. Cuando eso sucede en un tribunal, que, por ley, está abierto al público, el aspecto público de la transición es aún más intenso. Como la mayoría de las personas LGBT, yo tenía que considerar y contemplar el modo en que me recibirían mis amigos y familiares, pero también debía pensar en cómo reaccionarían mis clientes, colegas, jueces, jurados y el resto del mundo. Decidí que estaba dispuesta a perder todo y a todos a quienes había conocido para vivir mi verdad.
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