Vida Sana
Carey Lohrenz, exteniente de la Marina, siempre supo que quería pilotar aviones caza. Su padre fue piloto del Cuerpo de Infantería de Marina e influyó en gran medida en su entusiasmo desde muy temprana edad. Sin embargo, hace 30 años, cuando inició su formación en la Escuela de Aspirantes a Oficial de Aviación, se les prohibía a las mujeres pilotar aviones en combate.
“Yo quería pilotar aviones caza porque esos eran los mejores pilotos”, explica. “Me dije, bueno, se necesitan unos dos años para superar este programa. Así que tal vez para cuando termine, habrán eliminado la ley”.
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En 1993, el día en que ella y sus compañeros de clase llenaron su “hoja de sueños” con sus seis principales preferencias de misión, el Departamento de Defensa puso fin a la prohibición de que las mujeres volaran en combate.
Sentí un gran entusiasmo. Cuando se asignaron las misiones, en base a mi desempeño, me asignaron pilotar el F-14 Tomcat”, señala Lohrenz.
El éxito de taquilla de la película de 1986, Top Gun, había popularizado el F-14.
“Pilotar este avión es un desafío”, señala Ward Carroll, oficial de intercepción de radares para aviones Tomcat con 15 años de experiencia y popular presentador en YouTube. “Viajas a velocidades supersónicas. Así que tu adaptabilidad en el aire tiene que ser del 110%. No todo el que entra por la puerta de una escuela de vuelo posee esa habilidad”.
Despegas mediante una catapulta desde la cubierta de un portaaviones y la aceleración de vuelo del avión es de cero a más de 200 millas por hora en menos de dos segundos. Los pilotos hacían maniobras extremas, desde realizar vuelos a baja altura a 500 millas por hora hasta ascender a elevaciones tan altas que algunos días podían ver la curvatura de la Tierra.
Se repite la historia
Carroll dice que en la época en que Lohrenz recibió su nombramiento, entraba a formar parte de un entorno muy machista donde se consideraba que la fuerza física y la capacidad de aterrizar súbitamente un avión eran cosas que solo podían hacer los hombres.
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