Vida Sana
Tom Paul guarda un borrador de su obituario en una carpeta negra en una estantería de su estudio. Su esposa sabe que está allí (el de ella está justo al lado), y también lo saben sus cuatro hijas.
El residente de New London, Nuevo Hampshire, de 82 años, quiere estar preparado.
“Es bueno tener algo así a mano porque uno nunca sabe cuándo las cosas van a tomar un giro negativo en la vida”, dice. “Y se me ocurre que tal vez yo sea el mejor vocero de mi vida”.
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Escribir tu propio obituario tiene muchas ventajas. Supuestamente, tú te conoces mejor que nadie, como dice Paul. También podrías ahorrarles una gran cantidad de trabajo a tus seres queridos en momentos en que están procesando el duelo —o la conmoción, si tu muerte fue súbita— y están lidiando con los arreglos funerarios, la sucesión y muchas otras tareas prácticas poco agradables.
Y al ser tú quien resume toda tu existencia en (normalmente) un par de cientos de palabras, tienes el poder de forjar uno de los últimos recuerdos que dejas.
“El proceso requiere considerar qué es importante y qué deseas que los demás conozcan sobre ti”, dice Paul.
Incluso así, puede ser difícil seleccionar la información que quieres incluir. Después de mucha reflexión y muchas revisiones, Paul finalmente recortó su versión original, que tenía 840 palabras, a un obituario de 322. Mientras que el relato truncado habla de pasatiempos, como correr, eliminó detalles, entre ellos el haber completado la maratón de Boston en 1981 en 3 horas y 37 minutos, “uno de los últimos corredores en llegar a la meta”. Y también terminó borrando una confesión: “Tristemente, fracasó en el golf”.
No obstante, decidió mantener un dato que él dice ve en el 90% de los obituarios que lee: que “murió en paz”.
Cómo escribir un obituario significativo
Margo Steiner, que lidera talleres virtuales de redacción de obituarios, ha visto que el interés en el tema creció en la última década, a medida que el movimiento que percibe la muerte en forma positiva ha ido ganando terreno. Las personas están hablando en forma más abierta sobre el fin de la vida y aceptando que la muerte, efectivamente, llegará.
“Cada vez más personas están empezando a pensar que, cuando mueran, quieren tener control sobre lo que se dice de ellas”, dice Steiner, de 72 años, residente de Marblehead, Massachusetts. Ella ha oído historias de varios participantes de los talleres que confiaron en la empresa funeraria para compaginar el obituario de un cónyuge y terminaron con un escrito plagado de hechos incorrectos y errores de puntuación. “Esas personas piensan que pueden hacerlo mejor ellas mismas”.