Vida Sana
Laura Schooler, de 51 años, es una exitosa consultora que trabaja por cuenta propia en Nueva York, y a veces le preguntan por qué no se ha casado nunca. “Nunca he pensado que alguien podría hacer algo más por mí de lo que yo podría hacer por mí misma”, responde.
Ahora Schooler lo ha comprobado.
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50 años después de que el Título IX prohibiera la discriminación por razón de sexo en la educación, las mujeres han avanzado lo suficiente como para ya no tener que casarse para garantizar la seguridad económica y la jubilación cómoda, según un nuevo estudio del Center for Retirement Research de Boston College.
Aunque sigue habiendo una brecha en los ingresos, y las responsabilidades de cuidado siguen recayendo desproporcionadamente en ellas, a las mujeres de la generación de los “boomers”, les está yendo tan bien o mejor que a los hombres, que sufrieron un mayor golpe financiero durante la Gran Recesión, afirma el estudio.
Y las mujeres que han pasado toda o la mayor parte de su vida solteras, en promedio, están tan preparadas para la jubilación como las que han pasado la mayor parte de su vida casadas.
Un mundo aparte
Décadas después del Título IX, “esperábamos ver que las mujeres acumularan más capital, con más educación y mayores ingresos en relación con generaciones anteriores”, dijo Laura Quinby, economista de investigación sénior del centro y coautora del estudio. “Nos ha sorprendido un poco, aunque gratamente”, comprobar que a las mujeres —que se casan más tarde, en promedio, y generalmente pasan menos tiempo de su vida casadas— les va tan bien.
Es un mundo aparte de lo que Schooler recuerda de las mujeres mayores que conoció en las décadas de los 70 y los 80.
“Podría haber sido como en las décadas de los 50 y los 60”, dijo Schooler. “La mayoría de las madres se quedaban en casa. Casi todas estaban casadas. Las madres del vecindario estaban casadas con sus esposos, y los ingresos dependían de ellos”.
Las noticias no son del todo buenas. Esa persistente brecha salarial por la que las mujeres ganan 82 centavos por cada dólar que ganan los hombres, según la Oficina de Estadísticas Laborales, es una de las razones por las que Quinby y sus compañeros académicos esperan que el progreso de las mujeres se estabilice.