Vida Sana
Después de una larga pausa, Grace y James fueron de nuevo a la oficina de Barry; otra vez se sentaron alejados uno del otro y parecían estar enojados. Grace había tenido unos cuantos pequeños derrames cerebrales, estaba menos estable sobre sus pies y había empezado diálisis tres veces a la semana por su diabetes. James se había jubilado hacía varios meses y había asumido más responsabilidades: ir de compras, limpiar, llevar a Grace a sus citas médicas, pagar las cuentas, llenar los formularios del seguro. En vez de estar agradecida por su ayuda, Grace se quejaba de que él no hacía bien las tareas, que no pasaba bien la aspiradora y que compraba los artículos equivocados en el supermercado. Él, a su vez, estaba resentido de que estaba haciendo todo el trabajo y no se le valoraba.
La historia de James y Grace, destacada en nuestro libro recién publicado Love and Meaning After 50: The 10 Challenges to Great Relationships — and How to Overcome Them (Hachette Go, en inglés), de AARP, personifica el punto esencial del desafío que representa cuidar de alguien.
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En nuestro trabajo como psicólogos especializados en cuidadores y parejas mayores de 50 años, hemos visto muchos matrimonios debilitarse cuando un cónyuge desarrolla una enfermedad crónica o una discapacidad y el otro debe tomar control y proveer más cuidados. Algunas veces, el cónyuge saludable resiente el rol de cuidador. Y con igual frecuencia hemos visto al cónyuge enfermo lamentar sus propias pérdidas, pero en vez de expresar tristeza, dirige su enojo hacia el cuidador principal —la persona que tiene más cerca—. Los sentimientos de dolor en ambos lados se convierten rápido en riñas amargas. En nuestra experiencia profesional, hemos encontrado que la situación más difícil, por mucho, es la de cuidar de un cónyuge.
En un mundo ideal, el cónyuge saludable, incluso si se siente lastimado, mostraría más comprensión por la tristeza del cónyuge enfermo. Con esa mayor empatía, el que está enfermo aceptaría ayuda con más amabilidad. Entonces ambos enfrentarían el hecho de vivir con la enfermedad como un equipo unido.
Hemos visto parejas que han logrado este equilibrio. Las siguientes son sugerencias adaptadas de Love and Meaning After 50.
Haz una pausa en la batalla
Con cualquier desacuerdo matrimonial, si cada cónyuge está totalmente convencido de que su punto de vista es el correcto y está empeñado en demostrar que el otro está equivocado, es difícil lograr la comunicación o llegar a un compromiso. A medida que la batalla continúa, los cónyuges dañan la base de la confianza en la que se deben basar todas las relaciones duraderas. Las parejas necesitan apartarse de la pelea lo suficiente como para reflexionar sobre por qué está ocurriendo eso. A veces esto requiere de una tercera persona, como un consejero religioso o un terapeuta, para calmar la situación y ofrecer perspectivas.
James y Grace no podían empezar a aliviar su tristeza mutua sobre los problemas médicos de Grace hasta que Barry los ayudó a verla. Solo entonces pudieron verdaderamente consolarse entre sí. Una vez que se unieron emocionalmente, pudieron tratar de reequilibrar el peso en sus responsabilidades lo más posible.
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