Vida Sana
Cada persona al final de la vida se ve rodeada de circunstancias diferentes. Entre ellas pueden estar una enfermedad, una limitación con la que vive e incluso cómo define lo que es una buena calidad de vida. Ante una enfermedad, hay una situación compleja relacionada con la alimentación —más concretamente, la alimentación artificial— con la que tienen gran dificultad muchas personas, familias e incluso profesionales de la salud. A medida que declinan las funciones vitales de una persona, ésta pierde el apetito y reduce la cantidad de comida y líquidos que consume. Esto lleva a que la persona se deshidrate, pierda músculo y por tanto baje de peso.
Te preguntarás si la alimentación artificial es ética, moralmente correcta o viola principios religiosos de respeto por la vida. A esto tienes que agregar lo que haya expresado el ser querido en su testamento o directivas anticipadas. Te preguntarás si estás dejando morir de hambre y sed a la persona querida; o si la persona está sintiendo dolor y sufrimiento al no recibir comida.
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A veces hay que tomar una decisión de parte de un ser querido al final de su vida y autorizar su alimentación a través de un tubo o sonda plástica que se coloca dentro del estómago. Esta se llama sonda de gastrostomía endoscópica (PEG, por sus siglas en inglés). Si te encuentras en esta situación, toma en cuenta que aunque este tipo de alimentación puede satisfacer las necesidades nutricionales de una persona, no quiere decir que sea una solución ideal para todos los que se encuentren en la misma situación, debido a lo siguiente:
1. Los cambios físicos de una persona que se encuentra al final de su vida, tales como pérdida drástica de peso y anorexia, no son la causa por la que esté muriendo. Son parte del proceso de morir. La persona puede estar muriendo de cáncer, Alzheimer, falla renal o hepática, por ejemplo. Con frecuencia la pérdida de peso no se ve alterada por el uso de alimentación a través de un PEG.
2. La evidencia sugiere que administrar alimentación artificial a través de un PEG a adultos mayores debilitados y con anorexia no prolonga la vida ni mejora la calidad de esta. Los expertos están de acuerdo en que los beneficios son mínimos o inexistentes para los pacientes con corta expectativa de vida y los que tienen demencia.
3. Aunque se han usado los PEG por décadas, eso no quiere decir que no se tengan problemas con la inserción o su uso. Puede haber infección y escape de líquidos alrededor de la inserción, un problema al que se denomina estoma. Es común que la persona con cáncer presente infecciones ya que su sistema inmunológico puede estar debilitado por los tratamientos.
4. Las personas que estén confundidas o tengan demencia pueden sacar el tubo del estómago.
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