Vida Sana
Cinco historias
Se estima que 41.8 millones de adultos en Estados Unidos (el 17% de los cuales son hispanos) cuidan de sus seres queridos y pasan en promedio casi 24 horas a la semana en su cuidado, desde bañarlos hasta administrar sus facturas y asegurarse de que toman sus medicamentos recetados. Pero ser cuidador puede trastocar tu vida, sin importar cuánto amas a la persona a quien cuidas.
Cuando la necesidad de cuidar disminuye, o termina por el fallecimiento de alguien, es normal sentirse perdido y abrumado, tanto así que es difícil regresar a nuestras rutinas, relaciones y empleos anteriores.
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Esto puede ser especialmente cierto para los hispanos, el 61% de los cuales (más que cualquier otro grupo) dicen que cuidar de un ser querido les da un sentido de propósito, según el informe de AARP “El cuidado de los seres queridos en Estados Unidos”, del 2020. Por razones relacionadas con la cultura, a menudo se espera que los hispanos cuiden de sus adultos mayores en algún momento.
“Cuando la tarea de cuidador concluye porque la persona cuidada muere, se vuelve un poco más difícil volver a la vida de antes”, dice Stella Lazo, consultora familiar de Family Caregiver Alliance en San Francisco. “Estás lidiando con dolor, con sentimientos de culpa. Tenemos muchas personas que no saben cómo hacer esa transición, pasar de cuidar a alguien 24/7 a tener control sobre su vida, sobre sus propios horarios”.
Ese fue el caso de la Dra. Elsie Aquino-Gonzalez, de 71 años, cuando tomó la difícil decisión de colocar a su padre en un hogar de ancianos y de repente, su función de cuidadora a tiempo completo terminó. “Ya no me conocía a mí misma, a esa mujer que había dejado en Detroit”, dice. “Todo giraba en torno a mi padre. Tuve que aprender quién era, cuáles eran mis gustos, mis metas, mis sentimientos. Tuve que volver a conocerme”.
Pequeños pasos
Para muchos cuidadores, el volver a disfrutar de las actividades con familiares y amigos sucede lentamente y con interrupciones.
Muchos no se sienten bien al sentir placer, lo viven como una traición, o les resulta algo elusivo si aún están procesando el duelo y tratando de superar una depresión.
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