Vida Sana
Seis días a la semana, por hasta 12 horas al día, Sherry Perry cuida a los residentes mayores en un hogar de ancianos a las afueras de Nashville, Tennessee. Ella ayuda de 13 a 18 personas por turno; les cambia la ropa sucia, les cepilla los dientes y los baña.
A medida que los hogares de ancianos en todo el país se han convertido en el epicentro para la epidemia de coronavirus, Perry, de 51 años, está cada día más preocupada.
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Los asistentes de enfermería en el centro donde trabaja, que Perry pidió no ser identificados para proteger su empleo, reciben una mascarilla de tela para cada turno, dijo. No usan batas ni las mascarillas N95 de mayor protección, porque su centro no ha tenido ningún caso confirmado de coronavirus. Pero ella sabe que un solo caso asintomático de COVID-19, o uno que aún no se ha diagnosticado, podría propagarse rápidamente a los trabajadores y residentes.
"Estamos tan cerca de los residentes; tocamos sus caras al cuidar de ellos", dijo. "Ellos nos tocan. ¿Cómo vamos a detenerlo?".
En todo el país, los asistentes de enfermería, que son algunos de los trabajadores de la salud peor pagados en Estados Unidos, hacen las mismas preguntas. Más de 55,000 residentes de hogares de ancianos y miembros del personal se han contagiado de COVID-19; más de 11,000 han muerto. En algunos estados, más de la mitad de las muertes por coronavirus han sido en hogares de ancianos.
La mayor parte de la atención pública se ha centrado en los 1.3 millones de residentes de hogares de ancianos del país, que son los más vulnerables al virus y que se cree que representan la gran mayoría de las muertes. Pero cientos de miles de asistentes de enfermería también están en peligro de muerte todos los días. No está claro cuántos se han enfermado o incluso muerto, pero sus centros no tienen mascarillas, batas y otro equipo de protección personal (PPE). Y muchos asistentes de enfermería se quejan de que los salarios bajos, la falta de beneficios, la rotación constante y la escasez de personal los están haciendo a ellos y a sus centros aún más vulnerables al coronavirus.
"El personal de atención se está enfermando, pero no pueden permitirse quedarse en casa", dijo Richard Mollot, director ejecutivo de Long Com Care Community Coalition, un grupo de defensa de derechos. "Toman una aspirina y se van a trabajar".
Lo cual hace que los residentes de hogares de ancianos sean más vulnerables también.
Baja prioridad para la respuesta de coronavirus
Una razón por la cual los hogares de ancianos son tan vulnerables es que no fueron el foco inicial de la respuesta federal al coronavirus, en la que se dio prioridad a los hospitales, dijo Elaine Ryan, vicepresidenta de Asuntos Gubernamentales para la Defensa de Derechos en los estados, en AARP. "En muchos sentidos, los hogares de ancianos eran injustamente una segunda prioridad para recibir equipo de protección personal", dijo. "Los Gobiernos federales y estatales no los convirtieron en una prioridad, y eso provocó que miles de personas perdieran la vida".
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