Vida Sana
Casi un año después de hacerme cargo del cuidado de mi marido luego de su lesión cerebral traumática, empezamos a discutir sobre un tema mundano doméstico que ya no recuerdo. De repente, me detuve en mitad de una oración con una expresión de estupor en el rostro. “¡Esta es nuestra primera discusión desde que te lesionaste!”, dije. Él parecía confundido. “¡Y es tan normal!”. Nunca una discusión había sido tan agradable.
Para los cuidadores, la pérdida de la “identidad de pareja” puede ser devastadora. Yo me había concentrado totalmente en la ardua recuperación de Bob, vigilando sin descanso a medida que él reconstruía lentamente su capacidad de hablar, leer y escribir. Y si bien su determinación era inspiradora, había momentos en los que me sentía más como su madre que su esposa y compañera. Me preocupaba cómo podríamos mantener viva la sensación de pareja en el futuro.
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La terapeuta Augustina Rueda, de 54 años, residente en Rye, Nueva York, ha trabajado con parejas que tratan de resolver estos temas difíciles. “Es muy importante tratar de estar presente con la persona que amas, más allá de las circunstancias de su enfermedad o una lesión”, dice. “El amor y el romance son propósitos, y tenemos que esforzarnos para evitar que la mente dirija nuestros actos en las actividades del día a día, y hacer espacio para ser compañeros, amantes y amigos”.
Esforzarse para estimular el romance
Cuando a Clint Viebrock, un piloto comercial jubilado e instructor de esquí adaptado de Telluride, Colorado, le diagnosticaron cáncer de páncreas, su amada esposa, Susan Viebrock, de 66 años, se convirtió en su cuidadora y defensora durante los dos años siguientes, hasta que él falleció por complicaciones relacionadas con sus tratamientos en agosto del 2021.
“El romance es un producto del amor”, explica Susan. “Y en la medida en que pudimos, establecimos la intención de hacer todas las cosas románticas que habíamos hecho antes, con modificaciones según lo exigiera la situación cambiante”.
La pareja continuó celebrando cumpleaños y aniversarios tal como lo habían hecho en las tres décadas anteriores, intercambiando cartas de amor y regalos. También mantuvieron una relación física intensa, que fueron adaptando conforme a los rigores de la quimioterapia y los tratamientos de radiación.
“Los detalles logísticos de las relaciones íntimas fueron, cuando menos, complicados”, explica Susan, “pero mantuvimos el contacto físico en todas las formas que pudimos. El objetivo era honrar nuestra relación y nuestro (anterior) romance apasionado, digno de un cuento de hadas”.
Cuando Clint se debilitó tanto que no pudo mantenerse físicamente activo, la pareja miraba películas, se tomaba de las manos y se besaba. Susan le leía en voz alta y los dos escuchaban audiolibros juntos. “Nuestra historia de amor ininterrumpida terminó tal como había empezado”, dice Susan, “con una profunda atracción y un profundo respeto”.
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