Vida Sana
Imaginemos a dos mujeres de 56 años que cuidan a sus madres con demencia moderada. Tras mudarse a casa de sus madres, realizan esencialmente las mismas tareas de cuidado, como administrar los medicamentos, concertar citas y hacerse cargo del hogar. Han sido cuidadoras durante el mismo número de años y cuentan con el mismo apoyo de sus hermanos y otros miembros de la familia. Pero mientras una está estresada y triste, lamentando el lento declive de su madre y preguntándose cuándo terminará todo, la otra está abrumada, consumida por la ira y la culpa, y siente que cada día es prácticamente insoportable.
¿Por qué reaccionan de manera tan diferente ante circunstancias de cuidado similares? Tal vez una hija esté dispuesta a usar los servicios disponibles, como auxiliares de cuidados en el hogar y programas diurnos para adultos, y la otra no. Tal vez una nació con una mayor paciencia y resiliencia. Sin embargo, la explicación más probable radica en sus antecedentes. La hija estresada tiene un historial de supervivencia ante los diversos desafíos de la vida. Ella está segura de que puede superarlos. El pasado traumático de la hija abrumada la ha hecho vulnerable a sentirse completamente indefensa ante los retos. Se siente avergonzada de que siempre tendrá dificultades para sobrellevar la situación.
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El trauma pasado comúnmente complica el cuidado cuando los cuidadores experimentaron previamente abuso verbal, físico o sexual a manos de aquellos a quienes cuidan ahora. Esos cuidadores generalmente se sienten atrapados haciendo lo que se espera de ellos mientras son utilizados una vez más por las personas que los lastimaron anteriormente en sus vidas.
Pero ser traumatizado por alguien en cualquier momento de la vida puede dejar a los hijos adultos con sentimientos de impotencia, falta de seguridad emocional y la sensación de que están siendo maltratados. Estos sentimientos se intensifican por las demandas, los autosacrificios necesarios y, a menudo, el cuidado no apreciado. Los profesionales de la salud mental dicen que convertirse en cuidador desencadena sus emociones y miedos pasados.
¿Cómo pueden los cuidadores familiares con antecedentes traumáticos separar las experiencias pasadas y presentes, y hacer que el cuidado sea más llevadero, incluso terapéutico? Aquí ofrezco algunas sugerencias.