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Cómo manejar relaciones entre hermanos afectadas por el cuidado familiar

Los expertos dicen que la clave para manejar el desacuerdo familiar es que los padres hagan conocer sus deseos y expectativas de cuidado desde temprano.


spinner image Ilustración de tres mujeres sentadas en un sofa, las de los extremos mirando hacia afuera.
Lehel Kovacs

Sarah Ferguson* tenía una relación cercana con su única hermana hasta que la salud de su madre empeoró y su hermana comenzó a salir con un hombre que parecía estar más interesado en el dinero de su madre que en su bienestar.

"Se puso muy feo cuando él se involucró y pareció tratar de alejar a [mi hermana] de mí y de mi familia", explica Ferguson, de 59 años.

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"Creo que ambos pensaron que había mucho dinero en algún lugar al que yo tenía acceso, así que no vieron a mi mamá el último año de su vida".

Ferguson cree que la raíz del descontento de su hermana fue el hecho de que Ferguson y su esposo habían comprado la casa de su madre, añadiendo un ala para ella, y luego cuidándola allí durante los últimos 12 a 15 años de su vida.

"[Mi hermana] siempre pareció estar un poco molesta por eso. Mirando hacia atrás, no sé qué hubiera hecho diferente. Es difícil saber, porque yo sentía que estaba haciendo las cosas de buena fe".

Expectativa y obligación

El conflicto en torno al cuidado no es inusual, especialmente entre hermanas, dice Megan Gilligan, quien tiene un doctorado y es profesora asociada de Desarrollo Humano y Ciencia Familiar en la Universidad de Misuri. Gilligan es coautora del estudio longitudinal Within-Family Differences que busca entender las "relaciones entre padres y sus hijos adultos y nietos, así como entre hermanos en la adultez".

Gilligan y sus colegas descubrieron que las hermanas tienden a ser más críticas entre sí que los hijos cuando se trata del cuidado de los padres. 

"Las hijas son criadas con un sentido de expectativa y obligación de querer proveer esos cuidados, y que esos cuidados se vean de cierta manera", explica. "Y descubrimos que cuando varias hijas participaban en el cuidado, a veces interferían en el espacio de la otra, mientras que... los hijos eran más propensos a apartarse y dejar que las hermanas manejaran la situación", dice. 

Curiosamente, Ferguson no fue quien terminó la relación con su hermana. Un mes después de la muerte de su madre, Ferguson dice, "[El novio de mi hermana] me escribió una carta diciendo, 'Estoy escribiendo esto con tu hermana. Ella te odia. Siempre te ha odiado'". ... Así que simplemente dije, está bien, solo necesitamos ir por caminos separados por ahora".

Ferguson tiene sentimientos encontrados sobre la separación. Aunque extraña a su hermana y la oportunidad de sus hijos de tener una relación con su tía, la toxicidad de esos últimos años alrededor de la muerte de su madre la hace dudar. Ahora, ella se comunica aproximadamente una vez al año por correo electrónico y le desea lo mejor, pero por lo demás está en paz con el distanciamiento. 

Reduce la fricción

Gilligan sugiere que reemplacemos la idea de igualdad por equidad en el cuidado. Los hermanos deben preguntar qué quieren los padres que cada hijo haga y luego dividir ese trabajo de manera equitativa, si no igual, para reducir las fuentes de estrés para el padre enfermo y entre los hermanos.

Ella y otros expertos dicen que la clave para reducir la fricción familiar en este contexto es que los padres hagan conocer clara y definitivamente sus deseos temprano y por escrito.

 "Mucho de esto se puede manejar en términos de las cosas tangibles antes de la muerte", dice el Dr. Daniel G. Blazer, un profesor emérito de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento e investigador sénior en el Center for the Study of Aging and Human Development de la Universidad de Duke. "Y creo que si un padre está vivo —y me refiero a despierto y consciente—, probablemente debería hacerse eso. Pero sinceramente, creo que a veces los padres tienen ese pensamiento malvado que dice, 'Bueno, déjalos pelear'. Y eso no está bien, pero aun así, creo que se puede resolver mucho con anticipación".

Él recomienda convocar una gran reunión familiar moderada por una parte neutral sabia y respetada, idealmente con el padre allí, pero sin él si está incapacitado o no coopera. 

"Generalmente tienes una oportunidad para esto", dice Blazer. El mediador debe permitir que los miembros de la familia hablen uno a la vez y luego proporcionar oportunidades para que otros respondan. 

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"Lo que eso hace es permitir que cada miembro de la familia realmente tenga que escuchar a la otra persona antes de interrumpir o hacer una declaración sobre lo que debería suceder", explica. Al final de la reunión, el mediador escribe y comparte las decisiones acordadas con todos los miembros de la familia relevantes.

Blazer vio a este enfoque funcionar en su propia familia cuando una tía anciana e indecisa permitió que un sobrino sin escrúpulos viviera con ella y él estaba "causando estragos". 

La familia se reunió y acordó que la mejor opción era trasladarla a un centro de vida asistida y vender la casa. Aunque inicialmente no quería ir, ella accedió. "Logramos, en esa circunstancia, llevarla a un centro de vida asistida, lo que sacó al sobrino del panorama". 

Trabaja hacia una meta común

Jennifer Weyenberg, una capellana de un centro para enfermos terminales en Providence St. Jude Medical Center en Fullerton, California, a veces actúa como mediadora para familias en conflicto.

Ella recuerda entrar a una habitación de hospital y encontrar a dos hermanos gritándose el uno al otro. Habían sido criados para ser "buenos niños cristianos", así que dejaron de discutir cuando ella, la pastora, entró en la habitación. 

"Dije, 'Vamos a sentarnos'. Así que cada uno se sentó en un extremo del sofá y yo me senté en el medio, y dije, 'Voy a hacerles una pregunta, y voy a mirar a uno de ustedes y el otro no va a hablar hasta que yo lo mire. Parecen habilidades de conversación de primer grado, pero están en un momento acalorado, ¿verdad?'".

Ella le preguntó al hermano más agitado de qué tenía miedo, porque según ella, el miedo es la causa de muchos de estos conflictos entre hermanos. "Resultó que la respuesta era que tenían miedo de que sin mamá, la relación que tenían con el resto de la familia desaparecería y se quedarían solos".

Ella pudo guiar a estos hermanos a través de una breve conversación sobre agravios pasados, permitiéndoles encontrar suficiente resolución para concentrarse en el cuidado de sus padres.

"Nunca dijeron las palabras, 'Lo siento'", dice Weyenberg, pero "se insinuaron muchas disculpas durante toda la conversación". 

Las cosas no siempre terminan de manera armoniosa, señala Weyenberg. En otra instancia, una madre ya no estaba alerta ni podía expresar sus deseos y los hermanos no podían ponerse de acuerdo en un plan de acción. Ella aconsejó al hijo que tenía el poder notarial que se asegurara de que cada miembro de la familia tuviera una copia del testamento y recomendó que se turnaran para visitar a su madre. Luego ella dijo, "Sabes, eso podría significar que tal vez alguien no esté aquí cuando ella fallezca, ¿verdad?".

Weyenberg intenta ayudar a los miembros de la familia a reconocer que, a fin de cuentas, sus metas deben alinearse para asegurar que su padre o madre reciba el mejor amor y cuidado posible, y les recuerda que los cuidados al final de la vida, o cuidados terminales, no se tratan de matar a una persona, sino de hacer el proceso de morir más cómodo para su ser querido. 

Ella también los anima a respetar las preferencias de los padres en términos de quién tiene el derecho de tomar decisiones.

"Lo que la gente realmente quiere es el cuidado óptimo y eso puede variar de familia en familia", dice Gilligan. 

Practica el 'cuidado cooperativo'

Una preferencia sorprendente que ella y sus colegas encontraron en un estudio longitudinal de siete años es que las madres moribundas a menudo se deprimen más si su cuidador preferido no está directamente involucrado en su cuidado, incluso si otros hijos están proporcionando cuidado. 

"Es difícil para los hermanos manejar eso. Es incómodo, pero definitivamente hay beneficios, particularmente para los padres mayores, si esos cuidadores preferidos pueden involucrarse", dijo. 

Gilligan también ha estudiado las diferencias en el cuidado de padres entre las familias negras y blancas en EE.UU. Lo que halló el estudio Within-Family Differences es que las familias negras son mucho más propensas que las familias blancas a cooperar en el cuidado de los padres. No solo existe la expectativa de que ellos mismos proporcionarán los cuidados en lugar de contratar a alguien, sino que valoran mucho hacerlo ellos mismos.

"Entonces, por ejemplo, hemos descubierto que en las familias negras, cuando hay conflicto en el cuidado, particularmente en el cuidado de las madres mayores, es mucho más trascendental para la salud psicológica y mental de los hermanos. Eso aumenta los síntomas de depresión", dice.

El mismo patrón no resultó ser cierto para las familias blancas. "Las familias blancas tienden a depender más de la atención formal, como la ayuda pagada o las instalaciones residenciales", dice, señalando que es probable que las familias asiáticas y latinas compartan valores y expectativas similares con las familias negras en torno al cuidado de los padres ancianos.

"Para todas las familias, sin importar la raza o etnia, el cuidado de los padres es algo que la mayoría de nosotros vamos a experimentar", dice Gilligan. "Y entonces creo que tal vez las familias raciales y minoritarias anticipan eso".

Todas las familias pueden aprender de su ejemplo de cuidado cooperativo, dice.

Otra cosa que encontró el equipo de Gilligan es que, en medio de una crisis de salud que requiere cuidados, las madres tendían a no querer reconciliarse con los hijos de los que estaban distanciadas. 

"Las madres expresaron que esperaban que sus otros hijos manejaran ese cuidado sin que un hijo adulto distanciado volviera a esa relación", dice.

Aunque puede haber tanto culpa como dolor en el distanciamiento familiar, Blazer reconoce que algunas relaciones no pueden repararse, y debido a eso, dice que el mejor enfoque es mantener un contacto mínimo y superficial. 

A medida que los miembros de la familia enfrentan el desafío a menudo desgarrador y difícil de cuidar a padres moribundos, Weyenberg les aconseja que reconozcan y honren el hecho de que cada hermano está de luto y haciendo todo lo posible por amar a su padre o madre. Incluso cuando hay un distanciamiento, dice, "Todavía podemos darles amor, incluso si parte de nuestro dar amor es no tener contacto. Es realmente difícil, y duele porque trae consigo otra ronda de duelo. Pero a veces es lo que tiene que ser, al menos por un tiempo".

*Se ha cambiado el nombre por motivos de privacidad

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