Vida Sana
Stephen Barry no pudo recordar un solo instante en los últimos 10 años en que no le haya dolido la cadera. En muchas ocasiones, el dolor era tan intenso que apenas lograba subir a su bote, anclado en el muelle cercano a su residencia en Davidsonville, Maryland. El educador jubilado, de 64 años, tomaba medicamentos y se ejercitaba “religiosamente”, pero nada parecía ayudar.
Barry padece osteoartritis (OA), una enfermedad generalmente debilitante provocada principalmente por el deterioro de las articulaciones. En su forma más avanzada, la OA termina en la pérdida completa del cartílago en una articulación, motivando que los huesos de la articulación se froten entre sí. La OA afecta a unos 27 millones de personas en Estados Unidos, más que cualquier otra enfermedad, salvo la enfermedad cardíaca y el cáncer.
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Hasta hace muy poco tiempo, los médicos tenían limitadas sus opciones de tratamiento: ejercicio físico, fármacos antiinflamatorios, fisioterapia y, más radical, el reemplazo de la articulación, que fue la alternativa que finalmente eligió Barry para obtener el alivio que necesitaba. Sin embargo, en los últimos años han aflorado tratamientos menos conocidos.
1. Alivio del dolor
En el 2010, la Food and Drug Administration (FDA, Administración de Alimentos y Medicamentos) aprobó el medicamento Cymbalta para el tratamiento del dolor asociado con la osteoartritis. Aprobado inicialmente en el 2004 para contrarrestar trastornos depresivos mayores (depresión severa), Cymbalta aumenta los niveles de serotonina y norepinefrina en el cerebro, inhibiendo la percepción del dolor. Pero este producto no es efectivo en todos los pacientes. Es por eso que los investigadores están cada vez más entusiasmados con nuevas formas de bloquear los factores de crecimiento nervioso, que son proteínas presentes en células que se encuentran en grandes cantidades en quienes experimentan dolor crónico.
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