Vida Sana
El ejercicio puede ayudar a evitar una segunda caída
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La reducción de la movilidad o el reemplazo de una articulación por lo general comienzan con una caída desagradable: un tropiezo en la puerta o un resbalón en un parche de hielo pueden tener consecuencias catastróficas. Un nuevo estudio de 345 hombres y mujeres mayores de 70 años sugiere que comenzar un programa de ejercicios puede evitar que se repita. En el estudio, los sujetos redujeron su riesgo de una segunda caída en un 36% siguiendo el Otago Exercise Program, una serie de cinco movimientos de fortalecimiento y doce movimientos de equilibrio con niveles crecientes de dificultad. Los ejercicios de fortalecimiento se concentran en la fuerza de las rodillas, las caderas y los tobillos; los ejercicios de equilibrio incluyen caminar hacia atrás, flexionar las rodillas, caminar con los talones y caminar sobre los dedos. El programa es administrado por un fisioterapeuta. Pídele a tu médico una referencia.
La exposición a la luz puede disminuir los efectos del Parkinson
La dificultad para dormir durante la noche y la somnolencia diurna a menudo se asocian con la enfermedad de Parkinson, que parece debilitar los relojes circadianos de los pacientes. Los investigadores han demostrado que exponer a los sujetos a la luz brillante dos veces al día puede restablecer sus patrones de sueño e incluso reducir sus síntomas iniciales.
El ejercicio físico en horas de la tarde ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en la sangre
Durante mucho tiempo, los médicos han recomendado hacer ejercicio para ayudar a controlar el azúcar en la sangre en personas con diabetes tipo 2, pero en un estudio reciente con 11 hombres de entre 45 y 68 años se encontró que el entrenamiento de intervalos de alta intensidad (HIIT), específicamente en horas tempranas de la tarde, es la mejor opción. Según indica el estudio, hacer ejercicio unas pocas horas después del almuerzo no solo fue mejor para controlar el azúcar en la sangre que hacerlo una hora después del desayuno, sino que ambos patrones tuvieron efectos opuestos. Cuando los hombres hicieron ejercicio en la tarde, su nivel de azúcar en la sangre se mantuvo por debajo del nivel inicial durante todo el día. Si hacían ejercicio una hora después del desayuno, el nivel de azúcar en la sangre alcanzaba picos en forma periódica.
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