Vida Sana
| Si la creciente cantidad de cinturas en expansión significa que necesitamos estrategias para bajar de peso de inmediato, la buena noticia es que los científicos finalmente están adquiriendo más conocimientos matizados de por qué subimos de peso y cómo podríamos bajarlo más fácilmente. Las siguientes son algunas conclusiones y avances destacados del año pasado (y lo que pueden significar para tu propio esfuerzo de no subir de peso).
Tienes razón, es más difícil mantenerlo
Mantener un peso saludable se vuelve más difícil a medida que envejecemos, incluso si tu régimen de alimentación y ejercicio permanece igual. Si bien puedes saber esto por experiencia propia, solo muy recientemente los científicos han podido respaldar este hecho. Según nuevas investigaciones del reconocido centro médico sueco Karolinska Institute, el cambio en el peso más tarde en la vida se debe a la desaceleración de la eliminación y el almacenamiento de lípidos (grasas) relacionada con la edad. En el estudio de 13 años recién publicado, se encontró que las personas que no compensaban esta desaceleración natural al ingerir menos calorías aumentaron de peso corporal en aproximadamente un 20% durante el período del estudio. Las investigaciones previas mostraron que una forma clave de acelerar la rotación de lípidos en el tejido adiposo es el ejercicio. Los expertos indican que esta nueva investigación respalda aún más este concepto, lo que significa que la ciencia de vanguardia recomienda ir al gimnasio con más frecuencia.
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El ayuno intermitente realmente controla el hambre
Los nuevos datos científicos sobre el ayuno intermitente demuestran que el éxito de esta estrategia de dieta cada vez más popular no se debe a la restricción del consumo de alimentos, sino a la disminución del apetito. Publicado en la revista Obesity, el estudio del Pennington Research Center se anunció en la literatura científica como el primero en rastrear cómo el tiempo entre comidas afecta el metabolismo energético. Pero también se midieron las hormonas que controlan el apetito, como la ghrelina, y se encontraron niveles bajos cuando los participantes seguían un horario en el que cenaban aproximadamente al mismo tiempo que algunas personas habrían justo acabado de almorzar.
Lo que está en juego, dice el Dr. Steven Heymsfield, director del Departamento de Metabolismo y Composición Corporal de Pennington Biomedical y presidente de The Obesity Society, es cómo comer más temprano parece sincronizarse mejor con nuestro reloj corporal. “Hay ritmos circadianos todo el día. Ciertos procesos fisiológicos llegan a su máximo nivel temprano en el día. En el estudio se encontró que cuando las personas comían en el régimen [más temprano], tenían procesos metabólicos que eran mucho más favorables para comer menos y procesar mejor los nutrientes”.
Los investigadores también encontraron que comer entre las 8 a.m. y las 2 p.m. —en lugar de entre las 8 a.m. y las 8 p.m., como lo hizo el grupo de control— también puede ayudar a que las personas quemen más grasa.
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