Vida Sana
| A medida que el coronavirus se ha ido extendiendo por las comunidades de todo el país, muchos han evitado acudir a un hospital o a un centro médico para hacerse estudios de rutina, como colonoscopías o mamografías.
En marzo, las autoridades de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la American Cancer Society recomendaron específicamente que todos los habitantes postergaran los exámenes rutinarios de detección de cáncer para protegerse y proteger a sus proveedores contra el virus y para conservar el suministro de equipos de protección personal. Muchos adultos mayores, que son especialmente vulnerables ante los efectos graves o mortales del virus, continúan obedeciendo las órdenes de permanencia en el hogar para mantenerse sanos.
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En consecuencia, los registros de facturación por servicios médicos indican una gran disminución de las citas para hacer mamografías, colonoscopías, pruebas de Papanicolaou y otros exámenes de detección de cáncer.
A fines de abril, Komodo Health, una empresa de tecnología de la atención médica, analizó los registros de facturación de 320 millones de pacientes en el país. Como era de esperar, descubrió que las disminuciones más pronunciadas de pruebas de detección de cáncer se produjeron en las zonas de alto contagio de coronavirus como Nueva York, Massachusetts y California, aunque han disminuido significativamente en todo el país.
“Hemos pasado los últimos 30 años estableciendo un sistema de atención médica destinado a la detección y el tratamiento de enfermedades crónicas, y luego cancelamos todo en cuestión de días, en algunos casos”, señala Arif Nathoo, cofundador y director ejecutivo de Komodo Health. “Se hacen menos estudios de diagnóstico, hay menos diagnósticos nuevos, e incluso hay menos control de los pacientes que ya han recibido un diagnóstico de cáncer. Las personas le tienen más miedo al virus que al cáncer”.
Kathleen Gundry, directora del Department of Breast Imaging en Grady Memorial Hospital de Atlanta, indica que su equipo pasó de hacer mil mamografías y otros estudios de diagnóstico por mes a suspender todas las citas, excepto las pruebas para confirmar un diagnóstico de cáncer de mama. Esos son muchos pacientes para tratar de incorporar a los horarios de atención a partir de este mes, cuando se reanudan las evaluaciones de rutina.
“Este es el problema del que todos están hablando. No podemos limpiar a fondo las salas de examinación y mantener la distancia social, en particular en las salas de espera, sin atender menos pacientes por día”, explica.
También le preocupa la protección de su personal. “Soy radióloga, me dedico a estudiar radiografías. No tengo tanta interacción con los pacientes, pero mis tecnólogos básicamente abrazan a los pacientes [mientras los colocan en posición para hacer mamografías]. Ellos tienen mucho contacto cercano y muchas posibilidades de exponerse al virus”.
A pesar de que las evaluaciones de rutina comienzan a reanudarse, Gundry no está segura de cuántos pacientes se atreverán a acudir a Grady, que es un gran hospital público que también brinda tratamiento a muchos pacientes con COVID-19. “Ya hemos tenido algunos pacientes para confirmar diagnósticos” —los que tienen signos de cáncer de mama o una mamografía sospechosa previa— “que se niegan a regresar a hacerse más estudios porque no se sienten seguros”, señala. Un segundo brote del virus puede retrasar aún más las pruebas de detección.
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