Vida Sana
Los adultos LGBT son más propensos que la población no LGBT a reportar una serie de retos relacionados con la salud, así como también impactos negativos de la pandemia de COVID-19, según un informe del pasado julio de la Kaiser Family Foundation (KFF) (en inglés).
El informe, que se basa en los resultados de una encuesta representativa a nivel nacional llevada a cabo entre adultos de 18 a 64 años, pone de relieve algunas de las disparidades de salud persistentes que experimentan las personas que se identifican como lesbianas, gais, bisexuales, transexuales u otra categoría que no sea heterosexual.
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"Nos faltan datos relativos a la salud de las personas LGBT", afirma Lindsey Dawson, autora del informe y directora adjunta de políticas sobre el VIH de la KFF, quien señala también que eso supone un reto para los legisladores y los investigadores que tratan de abordar las necesidades de salud de la comunidad. "Desde luego, con nuestro informe hemos tratado de ampliar la información disponible".
Estado de salud y experiencias con los proveedores
Una de las disparidades destacadas en las conclusiones es el estado de salud: los encuestados LGBT mostraron una tendencia más marcada a afirmar que su estado de salud era regular o malo en comparación con el de las personas no LGBT, y una mayor proporción de personas LGBT declaró sufrir un problema de salud continuado que requería un control regular, atención médica o medicación.
Entre los adultos LGBT de 45 a 64 años, por ejemplo, más de tres cuartas partes (77%) afirmaron tener una enfermedad crónica, frente al 54% de las personas no LGBT de ese grupo de edad.
Los investigadores repararon también en las experiencias de las personas LGBT encuestadas con la atención preventiva. El 35% de las mujeres LGBT de entre 40 y 64 años reportaron haberse hecho una mamografía en los últimos dos años, frente al 64% de las mujeres no LGBT de esa misma edad. (Las directrices en cuanto a la examinación varían, pero por lo general se recomienda hacerse una mamografía cada uno o dos años a partir de los 40 años).
En cambio, otras formas de atención, como las pruebas de detección de infecciones de transmisión sexual y del VIH, fueron más frecuentes entre los adultos mayores LGBT que entre los no LGBT. Las personas LGBT encuestadas también fueron más propensas a afirmar haber tenido conversaciones con su proveedor de cuidados de salud relativas a la salud mental y a temas como la seguridad habitacional.
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