Vida Sana
Nos ha sucedido a todos: un fuerte ataque de nervios al socializar en una fiesta o la sensación de tener mariposas en el estómago antes de una gran presentación en el trabajo. Sin embargo, el trastorno de ansiedad social no es una simple timidez común y corriente. Para quienes padecen el trastorno, las interacciones sociales no solo son incómodas, sino que pueden ser desesperantes e infundir un gran temor.
“El trastorno de ansiedad social es un diagnóstico [que] tiene varios criterios”, explica Larry Cohen, trabajador social clínico independiente con licencia (LICSW) y cofundador del National Social Anxiety Center, que tiene clínicas regionales en todo el país. “El criterio principal es el miedo a ser juzgado, criticado o avergonzado, es decir, a recibir una opinión negativa de los demás”.
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Es asombrosamente común: según el National Institute of Mental Health, se calcula que el 12% de los adultos del país tendrán el trastorno de ansiedad social en algún momento de la vida, aunque por lo general aparece por primera vez en la infancia o la adolescencia. Es el tercer trastorno de salud mental que se diagnostica con más frecuencia, después de la depresión y el alcoholismo.
Síntomas
La ansiedad social puede variar de leve a grave. En su forma más grave, puede manifestarse como un pánico absoluto tan debilitante y continuo que algunas personas tienen miedo de estar en público en lugares comunes —como ir al supermercado, por ejemplo, o incluso simplemente caminar por la calle— porque temen ser observadas y juzgadas. Según la Dra. Ellen Hendriksen, psicóloga clínica con sede en Boston y autora de How to Be Yourself: Quiet Your Inner Critic and Rise Above Social Anxiety: “Interfiere en la forma de vida que uno quiere llevar”.
También puede presentarse con algunos malestares físicos, como taquicardia, tensión muscular, rubor y sudoración, o sensación de náuseas o mareos.
Las personas que tienen una ansiedad social moderada —la más habitual— tienden a evitar situaciones sociales, donde pueden sentirse incómodas y nerviosas. En consecuencia, pueden tener menos amigos, relaciones románticas menos frecuentes y menos satisfactorias y una carrera limitada. “Las personas con trastorno de ansiedad social también tienen una incidencia mucho mayor de depresión, porque llevan una vida muy restringida y aislada”, según Cohen.
Las personas que padecen una forma más leve del trastorno de ansiedad social pueden interactuar con los demás, pero intentan pasar desapercibidas. “Pueden ser calladas, amables y de lo más agradables”, advierte Aziz Gazipura, psicólogo clínico con sede en Portland, Oregón, fundador del Center for Social Confidence y autor de The Solution to Social Anxiety: Break Free From the Shyness That Holds You Back. “Básicamente, intentan hacerse invisibles a simple vista”.
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