Vida Sana
Richard Horton, agente de seguros de Pasadena, California, pasó al menos una década de su mediana edad con una presión arterial de alrededor de 178/95 milímetros de mercurio (mm Hg, la unidad de medición de la presión arterial), acercándose peligrosamente a una crisis hipertensiva y siendo candidato seguro para un derrame cerebral. Para comparar, la presión arterial que se considera normal para la mayoría de los adultos es de menos de 120/80 mm Hg.
Cuando le diagnosticaron hipertensión arterial en un examen físico de rutina a fines de la década de 1990, no se preocupó. Según órdenes del médico, se presentó a las visitas semanales para controlar si había cambios. Los valores de la presión no mejoraron. Pero Horton, que es negro, no recibió tratamiento.
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“En ese momento”, recuerda él, “el médico dijo que en el ámbito de la medicina es común ver que los afroamericanos tengan presión arterial más alta que los blancos y otras personas. Y por eso no vamos a aconsejarte medicación, pero seguiremos controlando la presión. Si aumenta mucho más, entonces te recetaremos un medicamento”. (Las investigaciones indican que a los pacientes negros no les suelen ofrecer la gama completa de tratamientos adecuados para tratar la presión arterial).
En agosto del 2011, mientras se preparaba para cerrar una venta importante, Horton se levantó de la cama y se estrelló contra la pared de la habitación. Estaba sufriendo un derrame cerebral. Durante la hospitalización de más de dos meses, Horton, que en ese momento tenía 55 años, sufrió un segundo derrame. No podía caminar, hablar ni usar el brazo izquierdo.
Una brecha creciente
Anualmente, hay casi 800,000 casos de derrame cerebral en el país. El derrame ocurre cuando un vaso sanguíneo que transporta oxígeno y nutrientes al cerebro se bloquea o estalla, y las personas negras representan un porcentaje desproporcionado de esos casos.
De hecho, el riesgo de derrame cerebral entre los adultos negros es casi el doble de alto que para los adultos blancos, según indican los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC); otros estudios sugieren que es incluso más alto (en inglés). Además, los negros son mucho más propensos a morir por un derrame y los que sobreviven corren más riesgo de quedar discapacitados que los sobrevivientes de otros grupos raciales.
Los motivos de estas tendencias inquietantes son a la vez simples y complejas, explica el cardiólogo Donald Lloyd-Jones, jefe del Departamento de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de Northwestern University y expresidente de la American Heart Association (AHA).
Hay varios factores de riesgo de un derrame cerebral —presión arterial alta, enfermedad cardíaca y diabetes, entre otros— que son comunes en la comunidad afroamericana. En efecto, más de la mitad de los adultos negros tienen presión arterial alta, según la AHA, lo cual puede dañar los vasos sanguíneos y allanar el camino para un bloqueo.
La genética puede jugar un papel en este factor de riesgo en particular. En un estudio del 2019, los investigadores de los Institutos Nacionales de Salud hallaron que las variantes de un gen pueden estar relacionadas con la presión arterial alta entre los negros.
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