Vida Sana
Debido a que los casos de COVID-19 continúan disminuyendo, en comunidades en todo el país se están flexibilizando las restricciones de la pandemia, y como resultado, muchas personas están dejando de usar mascarillas. Todavía quedan algunos lugares donde está prácticamente garantizado que las veas —en aviones, en el metro y en muchos entornos de atención médica, por ejemplo—, pero en general, los recubrimientos faciales que antes se usaban en todas partes se están usando menos.
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Sin embargo, según las nuevas pautas presentadas en febrero por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), no hay ningún problema, al menos para la mayoría de los condados de Estados Unidos que aparecen de color verde en el mapa en el sitio web de los CDC que toma en cuenta las hospitalizaciones, la capacidad de los hospitales y los casos de COVID-19. Pero los adultos mayores tal vez deseen pensarlo dos veces antes de salir de casa sin su N95.
“Todos los adultos, y especialmente los adultos mayores y las personas médicamente vulnerables, tienen que permanecer atentos”, dice la Dra. Nicole Iovine, médica de Enfermedades Infecciosas y epidemióloga hospitalaria principal de UF Health en Gainesville, Florida. Los adultos de 50 años o más representan más del 90% de todas las muertes por COVID-19 en Estados Unidos y alrededor del 70% de las hospitalizaciones. A pesar de las recientes mejoras en ambas medidas, Iovine advierte que “esta pandemia todavía continúa, y no hay razón para que no haya otra ola”.
Los casos están aumentando de nuevo en Europa, probablemente a causa de la propagación de la variante hermana de ómicron, BA.2, y los expertos dicen que estas tendencias podrían presagiar un patrón similar en casa. En Estados Unidos, la subvariante BA.2 (que es más transmisible que ómicron, pero no se cree que sea más grave) ahora es responsable de casi una cuarta parte (en inglés) de los nuevos casos de COVID-19. Hace unas semanas, era responsable de alrededor del 7% de las infecciones. Además, el monitoreo de aguas residuales está registrando niveles más altos del virus, lo que podría indicar que las infecciones están en aumento.
Los adultos mayores no deberían aislarse, pero “no pueden bajar la guardia por completo y volver a lo que consideramos comportamiento normal”, agrega la Dra. Rama Thyagarajan, profesora adjunta del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina Dell de University of Texas, en Austin. Eso puede funcionar para las personas más jóvenes, que tienen menos probabilidades de enfermarse gravemente a causa de la COVID-19, explica, “pero no funciona para los adultos mayores”, que son más vulnerables a la infección por COVID-19 y a enfermar de gravedad.
Todos los expertos entrevistados por AARP están de acuerdo: los supermercados, los cines, los salones de belleza y otros lugares públicos cerrados son más seguros con una mascarilla. Varios estudios (en inglés), incluido uno publicado por los CDC (en inglés) en febrero, muestran que las mascarillas ayudan a controlar la propagación de la enfermedad. Los investigadores descubrieron que las personas que usaban mascarillas N95 en entornos públicos tenían un 83% menos de probabilidades de tener un resultado positivo en una prueba de COVID-19 que las que no usaban mascarilla.
Puede haber momentos en los que está bien no usarla, pero eso depende de la situación y la tolerancia al riesgo de cada individuo.
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