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5 trastornos asociados con la falta de sueño

La dificultad para dormir podría ser una señal de enfermedades como la insuficiencia cardíaca congestiva o la demenci


spinner image Persona que no puede dormir con un despertador en primer plano
Collage de fotografías: AARP (Fuente: Getty Images)

Si piensas que tu calidad de sueño ha empeorado, es probable que tengas razón. Incluso el envejecimiento saludable está asociado con cambios en los patrones de sueño, como dormir menos, un sueño poco profundo y despertarse con más frecuencia durante la noche.

Pero no todo son malas noticias. De hecho, a pesar de estos cambios típicos, los adultos mayores saludables tienden a reportar menos problemas de sueño que las generaciones más jóvenes. Dicho de otra manera, cuanto más mayor seas, menos probable es que te preocupe una noche de mal sueño, dice Michael Grandner, psicólogo clínico y director del Programa de Investigación del Sueño y la Salud en la Universidad de Arizona.

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Eso podría ayudar a explicar por qué, a pesar de una reciente encuesta de AARP que muestra que el 70% de los adultos de 40 años o más reportaron tener dificultades para dormir, otro estudio, publicado el mes pasado por Saatva, reveló que solo el 20% ciento de los baby boomers dijeron que siempre, o a menudo, les cuesta levantarse por la mañana. Esto contrasta con el 43% de los milénicos y el 48% de los integrantes de la generación Z, a pesar de que el grupo de mayor edad no reportó que su sueño fuera más reparador. 

"Parte de esto podría deberse a la resiliencia; otra razón podrían ser las expectativas cambiantes; un motivo más podría ser la perspectiva y la capacidad de afrontar la falta de sueño", señala Grandner.

Pero si dormir mal te causa problemas después de los 50 y 60 años, podría ser señal de una enfermedad que requiere atención médica y tratamiento.

"Lo importante que debes recordar es que, si te estás haciendo mayor y te cuesta conciliar el sueño, pero eso no interfiere con tu capacidad para funcionar, quizás se trate de una parte normal del envejecimiento", dice Grandner. "Pero si realmente se está convirtiendo en un problema importante, no dejes que tu médico simplemente diga: 'Esto es cosa de la edad'. Podría haber una solución".

Aquí te presentamos cinco problemas de salud, aparte del insomnio, que podrían estar relacionados con la falta de sueño, y cómo dormir mejor puede ayudarte a prevenir enfermedades en primer lugar.

1. Apnea del sueño

Si te sientes cansado al despertar, aunque aparentemente estés haciendo todo "bien", puede haber una explicación bastante sencilla: la apnea del sueño. Este trastorno, que causa la interrupción esporádica de la respiración durante la noche, habitualmente se pasa por alto; entre el 85 y el 90% de las personas con apnea del sueño no saben que la tienen (en inglés), según Cleveland Clinic. La apnea del sueño es especialmente común entre las personas mayores, y afecta al 17% de los hombres y al 9% de las mujeres de 50 a 70 años.

Así que, aunque pueda ser tentador buscar una explicación distinta para la falta de sueño o la fatiga diurna, a menudo el culpable, al menos en parte, es un trastorno del sueño.

"A menudo, esta forma de pensar —que la causa de la falta de sueño es otra— tan solo retrasa el tratamiento necesario, mientras que si se trata el trastorno del sueño primero, a menudo se resuelven otros problemas", señala Shelby Harris, psicóloga clínica certificada en Medicina Conductual del Sueño y profesora clínica asociada en la Facultad de Medicina Albert Einstein.

El tratamiento principal para la apnea del sueño es la presión positiva en las vías respiratorias (PAP), que abarca una serie de dispositivos que ayudan a evitar que se cierre la garganta al aumentar la presión del aire en las vías respiratorias.

2. Insuficiencia cardíaca congestiva

Aunque los problemas del corazón parezcan ser distintos de los problemas respiratorios (y por lo tanto del sueño), los sistemas cardiovascular y pulmonar están estrechamente relacionados.

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Por eso, en términos generales, más de dos tercios de las personas con insuficiencia cardíaca (cuando el daño al corazón impide que bombee la sangre que el organismo necesita de manera efectiva) también tienen apnea del sueño, dice el Dr. James Rowley, neumólogo y director del programa de la Beca de Medicina del Sueño del Centro Médico de la Universidad de Rush.

A menudo, estos pacientes tienen apnea central del sueño, que sucede cuando el cerebro no envía una señal a los pulmones para que respiren, en lugar de apnea obstructiva del sueño, el tipo más común, causado por un problema mecánico en la garganta que impide que el aire llegue a los pulmones.

Como resultado, el sueño es errático, causando estrés adicional en el corazón, lo que empeora ambos problemas. "Si no se trata la apnea del sueño, [los pacientes] no se mejorarán, incluso si se está tratando la insuficiencia cardíaca congestiva", advierte Rowley, el anterior presidente de la Academia Americana de Medicina del Sueño. "Y también hay evidencia de que tratar la apnea del sueño mejora la insuficiencia cardíaca congestiva".

El control de la insuficiencia cardíaca puede incluir cambios en el estilo de vida, como limitar el consumo de sal, así como medicamentos como los fármacos vasodilatadores.

3. Menopausia

Los sofocos y los sudores nocturnos son síntomas estereotípicos de la menopausia, y con razón: las investigaciones muestran que hasta un 87% de las mujeres en la mediana edad los experimentan. Así que no es de extrañar que las mujeres que atraviesan la menopausia a menudo tengan dificultades para conciliar el sueño.

Los síntomas de la menopausia no son lo único que puede interferir con el sueño durante este período de transición, existen otros factores estresantes como cuidar a los padres mayores o los problemas de salud mental relacionados con la menopausia, como la depresión. Y algunas investigaciones sugieren que alrededor de la mitad de las mujeres menopáusicas tienen un trastorno del sueño subyacente no relacionado con esta etapa de su vida.

"Puede ser difícil aislar estos problemas, pero es una conversación que debes tener con tu ginecólogo, especialmente si tu médico está familiarizado con los tratamientos para la menopausia", dice Harris.

Esos tratamientos pueden incluir terapia hormonal (que puede ayudar a reducir los sofocos y los sudores nocturnos) o medicamentos no hormonales como las benzodiacepinas (que pueden ayudar a reducir la ansiedad). Sin embargo, el estándar de referencia es la terapia cognitivo-conductual para el insomnio, señala Harris.

"Este enfoque se basa en limitar las siestas durante el día, establecer un horario de sueño más apropiado, modificar los pensamientos sobre el sueño que pueden estar interfiriendo con la capacidad para dormir ('si no duermo no podré funcionar mañana') y mejorar la higiene del sueño, el movimiento y la exposición a la luz durante el día", explica Harris.

4. Demencia

El término "demencia" abarca una variedad de trastornos, desde leves hasta graves, dice Grandner. "Pero todos están asociados con la neurodegeneración, lo que significa que ciertas áreas del cerebro dejan de funcionar correctamente y empiezan a deteriorarse. Y esto no se debe solo a que las células cerebrales se están muriendo;  las conexiones entre ellas también se alteran", añade.

Este proceso a menudo va acompañado de trastornos del sueño; alrededor del 25% de las personas con demencia leve a moderada y el 50% de las personas con demencia avanzada sufren alteraciones del sueño, según Mayo Clinic.

Más específicamente, las personas que tienen la enfermedad de Alzheimer — el tipo de demencia más común— pueden experimentar el síndrome vespertino, que a menudo se presenta alrededor del anochecer pero puede prolongarse durante toda la noche. Puede incluir agitación, ansiedad, desorientación y deambulación durante toda la noche, según la Alzheimer's Association. El efecto de la demencia en la producción de melatonina también puede alterar el reloj interno del cuerpo y dificultar el sueño.

"No creo que exista ningún trastorno neurodegenerativo que no tenga un impacto significativo en la regulación del ciclo de vigilia y sueño", dice Grandner.

Lo contrario también es cierto: dormir mal puede aumentar el riesgo de desarrollar demencia en primer lugar. Un estudio del 2023, que examinó 10 años de datos de adultos mayores de 64 años, encontró que el insomnio de conciliación (el tipo que dificulta conciliar el sueño) se vinculó con un aumento del 51% en el riesgo de demencia, y el uso de somníferos se asoció con un aumento del 30% en el riesgo de demencia.

No importa qué suceda primero —los trastornos del sueño o la demencia—, promover un mejor sueño puede incluir ajustes de estilo de vida, como mantener una rutina y evitar las siestas durante el día, así como tratamientos como el uso de suplementos de melatonina y la terapia de luz, según Mayo Clinic.

5. Enfermedad de Parkinson

La enfermedad de Parkinson —un trastorno cerebral progresivo caracterizado por problemas de movimiento como músculos rígidos y temblores en las manos y las piernas— hace que sea difícil sentirse cómodo. Por ello, los enfermos de Parkinson a menudo "no duermen bien debido a los aspectos de rigidez de la enfermedad", explica Rowley.

Pero eso no es todo. Las investigaciones recientes revelaron que incluso entre las personas con Parkinson en etapa temprana, que aún no están afectadas por problemas motores, el 71% tenían al menos un tipo de trastorno del sueño, como insomnio o somnolencia excesiva durante el día, y alrededor de la mitad padecían múltiples trastornos. Eso probablemente está relacionado con cambios químicos en el cerebro, los medicamentos para el Parkinson y otros factores que los científicos aún están estudiando, dicen los investigadores.

En este caso también es esencial abordar ambos problemas. Si solo se trata el mal de Parkinson "es posible que el insomnio no mejore", dice Rowley. "[Los pacientes] aún deberían ver a un especialista en trastornos del sueño y recibir terapia cognitivo-conductual o a veces medicamentos".

Prioriza el sueño para ayudar a prevenir enfermedades

Si actualmente no tienes enfermedades, maximizar la calidad del sueño puede ayudarte a mantenerte saludable, según muestra un nuevo estudio (en inglés) publicado en la revista Nature Medicine.

Para determinar cómo la calidad y la duración del sueño afectan la probabilidad de que las personas desarrollen todo tipo de enfermedades, los investigadores analizaron datos de casi 7,000 adultos que usaron monitores de actividad y del sueño durante un período medio de 4.5 años. Luego compararon esos datos con los registros médicos electrónicos de los participantes.

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A diferencia de la mayoría de los estudios del sueño, que monitorean el sueño de una persona durante una noche o analizan el sueño de una población en relación con una enfermedad en particular, este estudio tomó en cuenta "todo el espectro de enfermedades humanas que pueden figurar en los expedientes médicos electrónicos de las personas", dice el Dr. Evan Brittain, autor corresponsal del estudio y profesor de Medicina del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt. "Logramos llegar a una conclusión realmente objetiva sobre qué factores asociados con el sueño son los más importantes".

Los investigadores descubrieron que cuantos menos movimientos oculares rápidos (MOR) y sueño profundo obtuvieron los participantes, más probable fue que desarrollaran fibrilación auricular o un ritmo cardíaco irregular. Y cuanto más irregular fuera su horario de sueño, mayores serían sus probabilidades de padecer obesidad, hiperlipidemia, hipertensión, depresión y trastorno de ansiedad generalizada.

Una de las conclusiones, dice Brittain, es que parece ser más importante acostarse y levantarse a la misma hora todos los días que dormir las ocho horas que a menudo se recomiendan. De hecho, la mediana —no el mínimo— de horas que durmieron las personas con buenos resultados de salud fue de siete.

"Creo que ese hallazgo es esperanzador para los pacientes porque es difícil para mí decirle a un paciente, 'Necesitas más sueño de movimientos oculares rápidos, debes dormir más profundamente', ya que el paciente no puede hacer nada con esa información", señala Brittain. "Pero decir, 'Es beneficioso que te acuestes y te levantes siempre a la misma hora; eso es realmente importante para tu salud', sí es algo que se puede asimiliar fácilmente".

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