Vida Sana
Los científicos saben desde hace tiempo que el estrés complica una multitud de problemas de salud. Ahora se han dado cuenta de que el estrés crónico —parte íntegra de la vida moderna— no solo exacerba las enfermedades, sino que puede provocarlas.
"Justo comenzamos a entender las maneras en que el estrés influye en una amplia variedad de enfermedades de la vejez, incluso las enfermedades cardíacas, el síndrome metabólico, la diabetes tipo 2 y ciertos tipos de discapacidad, hasta la muerte temprana", dice Sheldon Cohen, profesor de psicología en Carnegie Mellon University en Pittsburgh, que ha estado en la vanguardia de las investigaciones sobre el estrés por 30 años.
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1. El resfriado común
En un estudio pionero del 2012, Cohen y sus colegas entrevistaron a 276 adultos saludables acerca de los sucesos estresantes en sus vidas y luego los expusieron a un virus del resfriado común. Aquellos que se encontraban bajo un estrés crónico eran resistentes al cortisol —y tenían una probabilidad más alta de enfermarse—. "La capacidad del sistema inmunológico de regular la inflamación predice quién contraerá un resfriado, pero más importante, facilita una explicación sobre cómo el estrés puede provocar las enfermedades", dice Cohen. "Cuando se está bajo un estrés constante, las células del sistema inmunológico no pueden reaccionar debidamente y por consecuencia producen niveles de inflamación que conllevan a las enfermedades".
2. El aumento de peso
Se sabe que las hormonas del estrés estimulan una mayor predilección por los alimentos llenos de azúcar, féculas y grasas —por eso es que somos más propensos a recurrir a una barra de chocolate que nos ayude a superar un día estresante en la oficina—. Pero según investigaciones nuevas, la relación entre el estrés y el aumento de peso es mucho más compleja que simplemente elegir alimentos poco saludables. En un estudio publicado en julio en Biological Psychiatry, las mujeres que experimentaron uno o más sucesos estresantes en las 24 horas anteriores quemaron 104 calorías menos en las siete horas siguientes a alimentarse con comida rápida que las mujeres que se alimentaron de manera similar pero no experimentaron estrés. Aunque 104 calorías podría parecer una cantidad insignificante, pueden sumar hasta unas 11 libras de más al año. Según Janice Kiecolt-Glaser, investigadora especialista en estrés, profesora de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Ohio State University en Columbus y la autora principal del estudio, además de aparentemente provocar estos cambios en el metabolismo, la reacción ante el estrés aumenta el nivel de insulina y disminuye la oxidación de las grasas, un proceso doble que estimula la acumulación de grasa. Otras investigaciones han encontrado una correlación entre el exceso de cortisol y la grasa abdominal.
3. Nos curamos más lentamente
Según las nuevas investigaciones, el exceso de cortisol retrasa la curación de heridas y disminuye la efectividad de las vacunas en las personas mayores que cuidan a familiares enfermos. Según otro estudio de Kiecolt-Glaser, mujeres mayores que cuidan a familiares con demencia necesitan unos 10 días más para curarse de las lesiones de las biopsias que las mujeres no cuidadoras en el grupo de control. Y, dice ella, "mientras más tiempo dura el estrés, más se afecta la reacción inmunológica". Significativamente, las cuidadoras participantes en el estudio quienes tenían una sólida red de amistades y familiares se curaban más rápidamente que aquellas sin dicho apoyo.
4. La disfunción del sueño
Las personas adultas mayores ya experimentan una disminución natural en la cantidad de sueño profundo tanto como un aumento de los episodios de desvelo nocturno, afirma Martica Hall, investigadora especialista en el sueño y profesora de psiquiatría en el University of Pittsburgh Medical Center. El estrés podría empeorar estos déficits en el sueño y hacer que las personas mayores, especialmente, encuentren más difícil volverse a dormir tras despertarse durante la noche. Porque la carencia de sueño afecta a la memoria y el control emocional, las personas con dificultades al dormir podrían entonces encontrar más difícil el manejo del estrés en sus vidas. En otras palabras, "el nivel de cortisol podría contribuir a los desvelos nocturnos y entonces nuestros cerebros reaccionan y nos recuerdan nuestros problemas", dice Hall.
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