Vida Sana
¿Crees que tienes mucha edad para intentar un nuevo deporte? No se lo digas a Betty Goedhart, quien empezó en el trapecio a los 78 años.
"Vi que otros lo hacían y pensé: ‘Si ellos pueden hacerlo, no hay razón por la que yo no pueda'”, dice Goedhart. “Sabía que tal vez no tendría otra oportunidad”.
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Es tentador bajar el ritmo a medida que envejecemos. Pero los estudios más recientes muestran que mantenerse activo es quizás la mejor manera que conocemos de desafiar el proceso de envejecimiento y añadir años de vida.
Como nos dicen los atletas mayores que entrevistamos, a veces el intentar algo nuevo y diferente —o enfocarse en competir en vez de solo ir al gimnasio— rinde sus frutos en años de motivación.
Para inspirar tu próxima proeza deportiva, aquí tenemos las historias de cinco competidores de entre 67 y 97 años que empezaron a practicar un nuevo deporte y nunca miraron hacia atrás.
La patinadora artística: Nancy Cox, 67 años
Nancy Cox nunca se consideró una atleta. De niña, nunca jugó deportes organizados y siempre estuvo entre los últimos que elegían para formar un equipo.
Ahora, cinco décadas después, está en la mejor forma de su vida.
La transformación empezó en el 2011, cuando Cox y su esposo estaban en su casa de vacaciones en Lake Placid, Nueva York, y unos amigos la animaron a que los acompañara a una clase grupal de patinaje sobre hielo.
Cox, que en ese entonces tenía 60 años, había patinado un poquito sobre estanques congelados en su niñez y tomado un curso de patinaje artístico durante un semestre en la universidad para cumplir con un requisito de educación física.
Aun así, esos primeros pasos sobre el hielo fueron aterradores.
Pero el instructor la ayudó a sentirse cómoda, y poco después Cox estaba desplazándose por la pista de hielo con una sonrisa.
"Simplemente me enamoré del deporte”, dice. “Pensé: si me esfuerzo en esto, puedo mejorar".
Cuando Cox y su esposo regresaron a su casa en Baltimore, ella sacó sus patines de la universidad y se fue a una pista de hielo cercana. “Ese primer día, todos se rieron de mis patines de 1973”, dice. “Me di cuenta de que si iba a hacer esto a mi edad, necesitaba equipo adecuado".
Después de comprar nuevos patines, Cox se inscribió en lecciones privadas semanales. En los días libres practicaba durante las sesiones de patinaje abierto. Todos los veranos asistía a un campamento de patinaje para adultos en Lake Placid.
Pasó horas practicando movimientos de pie básicos, lo que ella dice es más difícil de lo que parece. “Prácticamente estás manteniendo el equilibrio sobre el hielo apoyándote en una cuchilla a la vez. Intervienen muchos músculos distintos de tu cuerpo”.
Antes de empezar a patinar, Cox había estado tomando clases grupales de gimnasia en el YMCA, pero eso se sentía como trabajo. Patinar se sentía como diversión. Y a medida que sus habilidades sobre el hielo mejoraron, su cuerpo también empezó a cambiar.
"Noté que la ropa me quedaba grande”, comenta. “Patinar me entalló la cintura. Empecé a usar camisetas por dentro del pantalón otra vez”.
En diciembre del 2014, una de las cuchillas se trabó en el hielo y Cox sufrió una fuerte caída en la que se fracturó un hueso del hombro. Su esposo no estaba seguro de que ella pudiera volver a patinar. Pero ese febrero, en cuanto los médicos lo aprobaron, Cox regresó al hielo.
Y sus habilidades continuaron mejorando. Hoy en día, Cox se desplaza con gracia por la pista de hielo, con los brazos extendidos. Ha aprendido a dominar los cruces, el patinaje en reversa y un giro básico con dos pies.
El club de patinaje de Lake Placid la honró recientemente al declararla la patinadora adulta del año. Y cuando Cox y su esposo decidieron mudarse a Plymouth, Massachusetts, para estar más cerca de sus nietos, se aseguraron de que hubiera una pista de patinaje a corta distancia antes de comprar una casa.
Cox ve que los beneficios del patinaje para la salud rinden años de dividendos. Desde que empezó, ha bajado 18 libras y 2 tallas. Sus piernas y brazos están más tonificados que nunca.
"Es realmente algo increíble”, dice Cox. “La mayoría de la gente a mi edad va en la dirección opuesta. Esto ha resultado ser el mejor ejercicio que he hecho en mi vida, ¡y me estoy divirtiendo!”
El corredor: Roy Englert, 97 años
Roy Englert empezó a correr a los 60 años, después de leer un libro que decía que el ejercicio era la clave para la salud y la longevidad.
Treinta y siete años después, él es un testimonio en vida de esa idea: corre dos a tres veces a la semana, mayormente sobre una trotadora en un gimnasio cerca de su comunidad para jubilados en Springfield, Virginia. En julio, Englert corrió una carrera de 5 kilómetros en 42 minutos y fijó el récord mundial para el grupo de edad de 95 a 99 años.
Y no muestra señales de bajar el ritmo.
"Sé que estoy viviendo en tiempo prestado”, comenta. “Mi hijo dice: ‘Papá, tu esperanza de vida es negativa’. Pero yo me siento bien. Me estoy divirtiendo".
Englert no fue atleta de niño, aunque estuvo tres años en la Marina y participó en el Día D durante la Segunda Guerra Mundial.
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