¿Cómo es ser un paciente? Esa es una pregunta que nunca pensé que tendría que formularme. Después de todo, estudié once años para ser pediatra de atención primaria, y luego seguí aprendiendo a lo largo de los años con educación continua, tanto del tipo formal y obligatorio como con lo que se aprende en la práctica de la profesión, esas cosas que no te enseñan en la facultad.
A pesar de toda esa capacitación y de tres décadas de práctica profesional, me sentí deplorablemente mal preparado cuando comencé a visitar el consultorio de mi médico con más frecuencia. Me di cuenta de lo difícil que es cuando eres tú el que busca atención médica y no el que la proporciona. En otras palabras, ser un paciente es difícil.
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La escritora y defensora de derechos de los pacientes Jackie Duda, quien ha visitado consultorios médicos numerosas veces a lo largo de los años, subraya la importancia de una buena interacción con el médico: “Nosotros, como pacientes, somos los responsables de poder comunicarnos muy claramente con los médicos”, dice.
Un buen encuentro entre médico y paciente no es solo un momento en que nos sentimos bien: es algo que puede evitar errores. Un médico con gran nivel de actividad con frecuencia confía en reglas generales aprendidas o en experiencias con otros pacientes para emitir un diagnóstico; si nosotros comunicamos nuestra situación en forma eficiente, podríamos evitar que el médico recurra demasiado a esas pautas y, de esa manera, prevenir errores.
5 cosas que debes llevar a la consulta médica
- Toda la información del seguro
- Una lista de preguntas
- Una lista de tus medicamentos, vitaminas y suplementos
- Un resumen de tus visitas a otros proveedores de atención médica
- Un amigo, un familiar u otro defensor de derechos
Un informe del Instituto de Medicina reveló que la explicación correcta, oportuna y clara de las conclusiones —en forma que el paciente las comprenda fácilmente— también es importante para evitar tropiezos (en inglés). Esa es una razón de peso para aprovechar al máximo las visitas al consultorio. Y saber qué no hacer es tan importante como saber qué hacer. En ese sentido, las siguientes son algunas conductas que debes evitar:
1. Sobrestimar tus habilidades técnicas
Si bien yo nunca me consideré una estrella del rock en lo que hace al ámbito cibernético, me desalenté muy particularmente con las dificultades que tuve la primera vez que traté de registrarme en un portal para pacientes. Estos portales son cada vez más comunes —una encuesta nacional reciente halló que 3 de cada 4 adultos de entre 50 y 80 años han usado uno—, pero eso no quiere decir que a todos les resulte fácil utilizarlos. Del mismo modo, el sitio web de una compañía de seguro médico o incluso esa tableta donde debes registrarte al llegar al consultorio pueden ser un problema para quienes no crecimos con la tecnología. “Es posible que los adultos mayores tengan problemas con la tecnología. Busca ayuda si la necesitas”, dice Duda.
2. Hacer las visitas de rutina en el momento equivocado
Si estás enfermo, por lo general debes buscar atención médica con prontitud. Pero si se trata de un problema de rutina, el momento de la consulta puede tener mucha importancia. Mi representante de Medicare me señaló esto cuando hice la cita para mi examen físico. La fecha que había elegido era después del período de inscripción abierta de Medicare, de modo que si llegaba a necesitar medicamentos nuevos que el plan de la Parte D para medicamentos recetados no cubría, ya no podría cambiar de plan hasta dentro de un año. Siguiendo su consejo, adelanté la cita. El momento de los exámenes de rutina también tiene importancia cuando tienes que pagar un deducible del seguro de salud para las consultas. Tal vez te convenga hacer la cita hacia fines del año calendario, cuando ya has cubierto tu deducible.
3. Ir a la consulta sin estar preparado
Es esencial prepararte antes de ver al médico. Jonathan Appelbaum, médico internista y profesor de Ciencias Clínicas en la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Florida, señala: “Ojalá los pacientes se prepararan para verme tanto como me preparo yo para verlos a ellos”. Michael Gloth, geriatra y profesor en la Universidad de Johns Hopkins y en la Universidad Estatal de Florida, ofrece una sugerencia: comunica primero los síntomas, en vez de diagnosticar lo que tú crees que podrías tener. Probablemente, presentar lo que está sucediendo será más útil para que el médico pueda emitir un diagnóstico preciso, en vez de decirle cuál es, en tu opinión, el problema. Ir a la consulta con una lista escrita de síntomas es un buen punto de partida. “Es útil escribir todo de antemano para que todos estén en sintonía”, dice Gloth.
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