Vida Sana
Inventar un producto que sea lo suficientemente único para obtener una patente puede ser una manera de iniciar un negocio exitoso. Sin embargo, el porcentaje de emprendedores negros que solicitan patentes es un tercio del porcentaje de los inventores blancos, según un estudio de VentureWell, una organización sin fines de lucro dedicada a apoyar a innovadores de ciencias y tecnología.
Si bien existen varias razones históricas por las que los afroamericanos han tenido menos acceso al proceso de patentes del Gobierno federal, también hay muchos ejemplos de lo que hicieron los inventores negros para superar esas barreras. A pesar de los obstáculos, los inventores negros han encontrado formas de influir en la vida de millones de personas con productos que todavía se usan a diario: desde sintetizar sustancias químicas para tratamientos médicos hasta inventarse una pistola de agua mucho mejor.
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A continuación, las historias de tres inventores negros que obtuvieron patentes, además de varios consejos útiles para que tú también obtengas una. Para obtener más información sobre patentes, mira la grabación de un seminario en línea ofrecido por AARP y la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de EE.UU. (USPTO) sobre Protecting Your Business Through Trademarks and Patents —en inglés—(Cómo proteger tu negocio con marcas registradas y patentes).
Encontrar un tratamiento asequible para el glaucoma
Percy Lavon Julian, quien nació en Montgomery, Alabama, en 1899, fue un investigador estadounidense que obtuvo más de 130 patentes químicas. Julian superó la segregación y se convirtió en un líder en el campo de química sintética, pues modernizó la producción masiva asequible de compuestos medicinales a base de plantas. En particular, desarrolló un proceso para sintetizar la fisostigmina, una medicina que anteriormente solo podía obtenerse de su fuente natural, el frijol de Calabar, según la USPTO. Como resultado de sus investigaciones pioneras, esa sustancia química para el tratamiento del glaucoma ahora se puede conseguir con facilidad.
Además, inventó un proceso para extraer proteínas de la soya que tenían una variedad de usos, como por ejemplo para elaborar un revestimiento para el papel o una espuma antiincendios muy utilizada durante la Segunda Guerra Mundial. En 1953, fundó Julian Laboratories, una empresa que vendió en 1961 por más de $2 millones. En 1990, obtuvo un lugar en el Salón de la Fama de los Inventores Nacionales.
Julian tenía 57 años cuando le otorgaron su primera patente.
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