Vida Sana
En cuanto me estrellé contra el muro del pintoresco café suizo, creí que iba a vomitar del dolor. Aunque no me fracturé ningún hueso, el roce con la superficie de yeso grueso me dejó abrasiones sangrientas y ardientes en el antebrazo, y una brecha del tamaño de un lápiz cerca de la punta del codo. Por suerte, después de que me limpiaron las heridas para extraer la gravilla, todo lo que necesité fueron puntos.
Esto sucedió durante una excursión en bicicleta eléctrica por la región sur de Suiza, cuando la llanta delantera quedó atascada brevemente entre la senda de pizarra de un camino empedrado y los adoquines, lo cual ladeó la bicicleta a la derecha. Intente detener la caída con el pie, pero la bicicleta era demasiado pesada para enderezarla (las bicicletas eléctricas pesan en promedio 50 libras, es decir, unas 30 libras más que las tradicionales). Propulsada por el impulso, di un salto con el pie y luego me estrellé contra el muro, con mi brazo llevándose la peor parte del impacto. Mi primera aventura en bicicleta eléctrica terminó menos de dos horas después de haber empezado. Más tarde, me enteré de que mi experiencia no es nada inusual.
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Lanora Mueller, que tenía 61 años cuando se accidentó, no había andado en bicicleta durante años. Mientras iba en bicicleta eléctrica por una pendiente llena de grava, sintió que estaba perdiendo el control y “la dejó ir”, explica ella. “Sentí como que iba a derrapar o algo parecido”. Por suerte, no se lesionó; fue solo un susto.
Las bicicletas eléctricas vienen en una amplia gama de modelos diseñados específicamente para excursiones, ciclismo de montaña y paseos por la ciudad, entre otros. El denominador común es el motor accionado por una batería con tecnología de pedaleo asistido que arranca cuando el ciclista pedalea. Es posible alcanzar velocidades de 28 millas por hora o más dependiendo de la capacidad del motor, y los modelos más nuevos tienen aceleradores que pueden activarse para no pedalear.
La popularidad de las bicicletas eléctricas ha crecido de forma exponencial. Según un estudio de Deloitte del 2020, casi 300 millones de bicicletas eléctricas se utilizarán en todo el mundo en el 2023, un aumento del 50% comparado con el 2019. Los operadores de excursiones turísticas también han visto el mismo entusiasmo. “En los últimos años, se ha disparado la demanda de bicicletas eléctricas en nuestras excursiones de ciclismo y de aventuras múltiples”, dice Bob Greeneisen, subdirector de Operaciones de Backroads, un operador principal de excursiones en bicicleta en 55 países.
No debe sorprender que las bicicletas eléctricas hayan despertado tanto interés. Los turistas con limitaciones físicas o a quienes no les interesa el ciclismo convencional ahora pueden explorar rutas que antes no eran accesibles. “La posibilidad de ver y recorrer más sin cansarte, además de la oportunidad de que compañeros de viaje con distintas aptitudes físicas puedan ir juntos”, dice Greeneisen, ha sido una gran atracción. “Estamos viendo que más del 50% de los clientes en excursiones de ciclismo optan por las bicicletas eléctricas con pedaleo asistido”.
Pero, como ocurre con toda tecnología nueva, siempre hay un período de aprendizaje y posibles dificultades. Al igual que Mueller, yo tampoco había andado en bicicleta en mucho tiempo. Pensé que podía hacerlo por considerarme aventurera y en buen estado físico en mi mediana edad. A fin de cuentas, andar en bicicleta es un hábito que nunca se olvida. Además, por los comentarios de mis amigos, tenía la impresión de que con estas bicicletas era cuestión de arrancar y salir a divertirme. Pero casi de inmediato me di cuenta de que no era cierto.
Si nunca las has usado y estás pensando en hacer una excursión, ya sea por unas horas o unos días, ten presente estos consejos.