Vida Sana
Llamada “el París del sur” desde principios del siglo XX, Asheville, Carolina del Norte, es una ciudad rebosante de artistas, chefs, innovadores y creadores que han aportado credibilidad al apodo. Enclavada en las montañas Blue Ridge, a minutos de la legendaria ruta Blue Ridge Parkway y a corta distancia en auto del Parque Nacional de las Grandes Montañas Humeantes (el parque nacional más visitado del país), es un paraíso para los amantes de las actividades al aire libre. Las galerías, salas de conciertos, gastronomía y cervezas artesanales han atraído a nuevas generaciones de visitantes que vienen a celebrar el espíritu creativo de la ciudad. Los amantes de la cerveza IPA de sabor intenso a lúpulo, los conocedores de las cervezas ácidas (estilo sour), los aficionados de la sidra y los recién iniciados en el mundo de la cervecería artesanal sin duda encontrarán una o dos deliciosas pintas en Asheville. Ya sea que viajes para apreciar la naturaleza, el arte, la cultura o la gastronomía, Asheville merece encabezar tu lista de destinos. Aquí te mostramos cómo planear una escapada excepcional a esta encantadora ciudad sureña.
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Cuándo visitar Asheville
Asheville brilla el año entero, pero el otoño es indudablemente la temporada alta. Los que vienen en busca de los colores otoñales visitan Asheville desde fines de septiembre hasta principios de noviembre, impulsando el alza de los precios de hoteles a sus máximos anuales y colmando las reservaciones. Las temperaturas frescas y el tiempo moderado del verano (con tormentas veraniegas ocasionales) y la abundancia de actividades al aire libre lo convierten en la segunda temporada más concurrida, seguido de la primavera y finalmente el invierno. Aun así, el otoño es la temporada estelar para visitar y las segundas mejores opciones son el principio y el final del verano.
Cómo prepararte para el viaje
Reserva el hotel —y los restaurantes, conciertos o eventos que son una prioridad— con mucha anticipación, en especial si vas a ir en otoño o verano, las dos temporadas más animadas de la ciudad; durante Navidad en el Biltmore; o los fines de semana feriados. El centro de Asheville y muchos de sus vecindarios pueden recorrerse a pie y son accesibles para los que tienen dificultades de movilidad, pero ciertas actividades, como el senderismo por la ruta Blue Ridge Parkway, serán menos accesibles o hasta inaccesibles para algunos. Se recomienda protector solar, repelente de insectos y calzado apto, en particular si vas a hacer actividades al aire libre.
Cómo llegar
Las formas más fáciles de llegar hasta Asheville son en auto o en avión. La ciudad está ubicada sobre la ruta interestatal 40, y el Aeropuerto Regional de Asheville (AVL) está a 30 minutos en auto del centro. Hay varias compañías de taxis, como AVL Taxi, J&J Cab y el accesible Loyal Lifts; servicio frecuente con Uber y Lyft; y el servicio de autobús ART (Asheville Rides Transit) a la ciudad, al aeropuerto y a algunas ciudades cercanas (el boleto para adultos cuesta $1 y 50 centavos para mayores de 65 años). El centro de Asheville y varios vecindarios periféricos pueden recorrerse a pie y son accesibles para los que tienen dificultades de movilidad.
Dónde alojarte
Desde acampada y carpas de lujo (glamping), hasta posadas y hoteles de clase mundial, Asheville cuenta con opciones económicas, fastuosas e intermedias. Lo mejor de todo es que, dondequiera que te alojes, podrás ver las bellísimas montañas que rodean a esta ciudad.
El hotel Omni Grove Park Inn esboza una elegante silueta encaramado en la ladera de la montaña con vistas a Asheville. Construido en 1912-13, este histórico hotel alojó a presidentes, desde Franklin D. Roosevelt hasta Barack Obama, y personalidades famosas de la Edad Dorada, que incluyen a Henry Ford, Harry Houdini y F. Scott Fitzgerald. El spa exclusivo para huéspedes, el campo de golf diseñado por Donald Ross y el cuarteto de restaurantes exudan lujo en cada rincón, y es casi imposible de equiparar, mucho menos superar, la experiencia de tomar un trago a la noche en la terraza Sunset Cocktail Terrace. Hospedarse aquí es costoso, aunque no escojas una de las suites, pero puedes ahorrar con descuentos para personas mayores, el programa de recompensas de Omni y paquetes especiales.
En el centro, el Foundry Hotel ocupa una antigua fábrica de acero y ha causado sensación con su estilo industrial elegante, ubicación deseable y Benne on Eagle, un restaurante que rinde homenaje a la gastronomía de la diáspora africana de Asheville. Las habitaciones son cómodas, pero no económicas. The Foundry está a solo una cuadra de Pack Square, el centro de la ciudad, lo que brinda una estadía más tranquila a corta distancia de todas las actividades.
Wrong Way River Lodge & Cabins se autodenomina un “campamento urbano”, pero no hay ni una sola carpa. En cambio, tiene una fila de 16 cabañas con tejados a dos aguas —son demasiado elegantes para realmente llamarlas cabañas porque se asemejan más a un chalé alpino—, a alrededor de 1 milla del distrito River Arts. Agrega $25 si quieres traer a tu perro.
Si prefieres quedarte en el bullicioso centro de Asheville, hay dos opciones atractivas. El Kimpton Hotel Arras mira hacia la plaza central Pack Square y a una cuadra de distancia el AC Hotel Asheville Downtown tiene un bar excepcional en la azotea (donde tomar tragos con una vista maravillosa). El Kimpton Hotel Arras tiene un par de restaurantes —District 42 y Bargello— para servir a huéspedes y visitantes. En el AC Hotel, el bar y restaurante en la azotea Capella on 9 sirve platos pequeños y principales a los hambrientos huéspedes y comensales.
Asheville ofrece varias opciones en el extremo más económico de la escala, como el DoubleTree by Hilton Hotel Asheville-Biltmore. El entorno es perfecto para parejas y para grupos más grandes multigeneracionales y familiares: a corta distancia en auto (o Uber) al centro, a dos cuadras de la entrada de Biltmore Estate y se puede ir caminando a las tiendas de antigüedades, galerías, boutiques y restaurantes de Biltmore Village.