Vida Sana
Cuando los precios aumentaron el año pasado, los economistas dijeron que la inflación desaparecería por sí sola. Sin embargo, eso resultó ser un error. ¿Qué fue lo que cambió?
El año pasado, la COVID-19 repercutió en las cifras de la inflación y produjo algo que no solemos ver. Debido a la COVID-19, la gente tenía ingresos que no había gastado en viajes ni en otras actividades, y los utilizaba para comprar productos que facilitaran la vida en casa. Sin embargo, la COVID-19 también interrumpió por completo las cadenas de suministro en todo el mundo. En consecuencia, todos esos productos fueron más difíciles de conseguir. Y cuando las cosas son difíciles de conseguir porque la oferta es limitada y la demanda es alta, se produce la inflación.
La pregunta es entonces: ¿por qué se ha prolongado tanto la inflación? Y la respuesta es: por la COVID-19. Todos esperamos y creímos que disminuiría rápidamente tras la vacunación. Sin embargo, la vacuna no tuvo la acogida que necesitábamos, y la enfermedad y las variantes se propagaron mucho más rápido. En realidad, el error fue que calculamos mal la rapidez con la que las personas se vacunarían y venceríamos la COVID-19.
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Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, y ya estamos a 1.° de marzo. ¿Qué consecuencias tuvo la invasión?
Rusia es un exportador de energía. A la gente le preocupa que esto provoque un nuevo aumento de los precios de la energía, que ya son altos y siguen subiendo. Eso perjudica directamente el bolsillo de los consumidores.
¿Qué otros aspectos considera preocupantes?
Uno de los mayores factores que afectan la inflación en este momento es la cadena de suministro mundial. En particular, algunas regiones de Asia no tienen los índices de vacunación ni la eficacia de nuestras vacunas. En consecuencia, deben cerrar las fábricas o enviar a la gente a casa para que se mantenga en cuarentena. El cierre de una fábrica o de un puerto tiene un efecto dominó: dado que todos estos productos se emplean para fabricar otros productos, y al final hay muy poca oferta y demasiada demanda.
Esto es verdaderamente importante: que la COVID-19 disminuya en todo el mundo. Si no veo que esas cifras bajen globalmente, me preocupará mucho más la forma en que debamos combatir la inflación aquí en Estados Unidos.
También sigo de cerca la situación entre Ucrania y Rusia, para ver si logramos resolverla. Cuando vemos en la televisión el conflicto y la trágica pérdida de vidas, se genera una gran incertidumbre en la gente; se crea un declive en el sentimiento de los consumidores y en el de las empresas. No queremos que suceda eso. Queremos recuperar la paz.
También observo hasta qué punto el aumento de las tasas de interés puede contener parte de esta demanda y permitirnos volver a estabilizar el mercado laboral, la oferta y la demanda. Por último, lo que me interesa es ver si regresan los trabajadores. Hemos perdido cuatro millones de empleados que trabajaban antes de la pandemia y aún no han regresado. Y los necesitamos.
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