Vida Sana
Este país lo significa todo para mí. Me dio la oportunidad de representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos, lo que inició mi carrera y lanzó los sueños de mi niñez. Pero tuve que trabajar mucho y nunca darme por vencido. Me despertaba a las 4 de la mañana para correr seis millas. Las sesiones en el gimnasio me costaron sudor y lágrimas.
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Como hijo de inmigrantes mexicanos que cruzaron la frontera hacia Estados Unidos cuando ambos tenían 16 años, crecí en el este de Los Ángeles, donde aprendí el valor de trabajar duro, respetar a mis padres y su misión para nosotros: educarnos para que tuviéramos una vida mejor. Se lo debo todo a mi herencia cultural: cómo crecí, dónde crecí, y los valores que mis padres nos inculcaron y que todavía me guían. Hasta el día de hoy, trabajo tan duro como pueda todos los días, pero me aseguro de siempre sentirme bien equilibrado y feliz.
Estoy orgulloso de haber nacido en Estados Unidos, pero mis raíces mexicanas son mi base y las que me hacen nunca darme por vencido, siempre seguir luchando y terminar la pelea, hasta el final. Como muestra del aprecio que siento por mis raíces, me hice ciudadano mexicano en el 2002. Para mí fue muy importante mostrarle a mi familia, a mis admiradores y al resto del mundo que me siento muy orgulloso de mi herencia y mis raíces.
Mi padre fue luchador y mi abuelo boxeador, así que soy parte de la tercera generación de luchadores. El boxeo siempre ha sido un deporte que ha podido unirnos como familias. No puedes imaginarte cuántas personas me escriben o se acercan para decirme, "Gracias por mejorar la relación entre mis padres y yo; sabes, nos uniste"; porque se reunían con familiares alrededor del televisor para ver mis peleas.
Sin el boxeo, mi vida no estaría completa. Cuando estaba dentro del cuadrilátero peleando, me sentía seguro y tranquilo. Sentía que podía hacer lo que quisiera, porque estaba preparado. Era una máquina bien entrenada, mental y físicamente. El boxeo cambió mi vida y le dio a mis hijos una vida mejor. También me inculcó los valores que les enseño a mis hijos: trabajar duro, tener disciplina y la dedicación necesaria para llegar a ser un campeón mundial.
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