El grupo Santana es un claro ejemplo de todo lo que puede pasar cuando las tendencias emergentes de una época caen en manos de un virtuoso. El genio musical en cuestión es el guitarrista y compositor Carlos Santana —hoy con 73 años— que en 1969 participó con su banda del mismo nombre en Woodstock y lanzó un visionario disco debut fusionando rock con salsa, las descargas polirrítmicas del jazz afrocubano y un poderoso existencialismo místico. “Oye Cómo Va” de Tito Puente y “Samba Pa Ti” marcan algunos de sus mejores momentos, pero la discografía de Santana es simplemente trascendental.
El Chicano
Cuando el movimiento chicano cobraba vigor a nivel social, la banda El Chicano surgió en paralelo con Santana, agregándole activismo político a una sabrosa mezcla de ritmos latinos, funk y rock. “Viva Tirado” —de su primer LP, en 1970— hechiza con su ritmo cadencioso de congas, órgano psicodélico y atmósfera tropical. Conocedores de los clásicos, adaptaron “El Cayuco” de Tito Puente y el bolero “Sabor a mí”. Como bien dice una de sus canciones, “Qué Viva La Raza”.
Tierra
En 1973, dos integrantes de El Chicano —el cantante Steve Salas y su hermano, el guitarrista Rudy Salas— formaron el grupo Tierra para grabar un excelente debut que se distingue por ofrecer mayormente material original. Su tercer disco, City Nights (1980), incluía su éxito definitivo: una acaramelada versión de “Together”, tema originalmente grabado por The Intruders. Pese a que algunos de sus integrantes originales fallecieron, Tierra continúa presentándose en festivales de rock chicano, favoreciendo un sonido netamente romántico.
Malo
El hermano menor de Carlos, Jorge Santana, nació en Jalisco, pero creció tocando la guitarra en San Francisco. En 1972 lanzó su primer disco con Malo, una sofisticada banda que combina una sección de percusión latina con instrumentos de vientos, como ya lo hacía el grupo Chicago. Malo se distinguía por una auténtica reverencia hacia la estética afrocaribeña, expresada con contundencia en “Suavecito”, himno del rock chicano. Santana falleció en mayo del 2020, pero los cuatros LPs de Malo quedan como un espectacular testimonio de su talento.
War
Una de las características más envidiables del rock chicano en la década de 1970 era que no había que ser de origen mexicano para incursionar en sus sonoridades. Es el caso de War, banda de Los Ángeles formada en 1969, que mezclaba con audacia un cóctel de rock, funk, jazz y ritmos afrocubanos. A través de los años, algunos de sus integrantes fueron latinos, pero fue más bien su actitud positivista de predicar justicia social con ritmos bailables que los asoció al movimiento chicano. “Low Rider”, editado en 1975, sigue siendo un momento imprescindible del género.
Los Lobos
Como lo hizo Santana en su momento, Los Lobos se apoyaron en las bases de la música chicana para enriquecerla con su genialidad. Al principio era “una banda más del este de Los Ángeles”, como lo establece el título de su primer disco, de 1978. Pero el éxito de “La Bamba” en 1987 les dio el impulso necesario para experimentar con un laberinto de géneros dispares. El LP Kiko, de 1992, es una obra maestra, con toques vanguardistas de música tejana y psicodelia. Desde entonces no han parado de experimentar, siempre conscientes de sus raíces mexicanas.
Ozomatli
A fines de los años 90, era necesaria la aparición de un sonido nuevo para que la música chicana se ajustara al presente. El debut de Ozomatli —en 1998— llegó en el momento justo, presentando un arcoíris donde el rock chicano alternaba con el hip-hop y las fusiones alternativas. Reflejando la ciudad de Los Ángeles en el nuevo milenio, Ozomatli es intensamente multicultural y pluralista, abogando por los derechos de los migrantes y sorprendiendo en cada uno de sus discos. Su polifacético repertorio incluye joyas del cancionero latino como “Bésame mucho”, “Volver, volver”, “El noa noa” de Juan Gabriel y “Como la flor” de Selena.
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