Vida Sana
Después de que el yerno de Joanne Swan muriera de COVID-19 casi al principio de la pandemia, la mujer de 70 años se mudó para vivir con su hija y sus dos nietos en Waldwick, Nueva Jersey. Ella cocinaba, leía cuentos antes de dormir y lloraba, pues toda la familia estaba de duelo por el fallecimiento de Martin Addison.
Desde la muerte de Addison debido a la COVID-19 en abril del 2020, Swan, de Ossining, Nueva York, ha pasado menos de ocho semanas en total en su propio hogar.
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“¿Qué más iba a hacer? ¿Volver a casa y ocuparme solo de mí?”, dice Swan. “Mientras tenga energía, empuje, capacidad y salud para estar aquí, ahí estaré”.
Unos 167,000 niños en Estados Unidos han perdido a padres, madres o cuidadores con quienes vivían debido a la COVID-19, según “Hidden Pain” (en inglés), un informe publicado el 9 de diciembre por COVID Collaborative, un grupo bipartidista que aboga por recursos. El 70% de los niños afectados tienen 13 años o menos, según el informe. Y cuando un menor se queda huérfano o sufre este tipo de pérdida, generalmente los que se encargan de cuidarlo son los abuelos o los familiares de mayor edad.
El problema es todavía peor para los niños de grupos minoritarios, quienes perdieron a padres, madres o cuidadores en porcentajes más altos que los blancos. En un estudio (en inglés) publicado en la revista Pediatrics, se descubrió que entre los niños del país con un cuidador principal muerto de COVID-19 antes de julio del 2021, el 65% no era blanco.
Apoyo para los que están cuidando a un nieto
Antes de la pandemia, muchos abuelos y otros familiares mayores ya criaban a sus nietos. Según un estudio del 2018 realizado por la American Academy of Pediatrics, unos 3 millones de adultos mayores están criando a sus nietos.
Lisa Grodsky, gerenta de operaciones de programas en OLHSA (Oakland Livingston Human Service Agency), una agencia de acción comunitaria en Pontiac, Míchigan, dirige el programa Grandparents Raising Grandchildren (en inglés) y dice que es importante que los abuelos reciban apoyo. Grodsky recomienda que te comuniques con programas locales de menores cuidados por parientes (inglés), que ofrecen recursos a quienes se convierten en el cuidador principal de un niño.
Según Grodsky, “muchas personas que crían a sus nietos se sienten sumamente aisladas”, pero ella quiere que sepan que no están solas.
Estas organizaciones y recursos (en inglés) pueden brindar apoyo e información:
- La Guía GrandFamilies de AARP para familias encabezadas por abuelos
- Administration for Children and Families (Administración de Asuntos de Niños y Familias), Children’s Bureau (División para Niños), información sobre los programas para menores cuidados por parientes
- Generations United
- Grupo de apoyo comunitario en línea para los abuelos que crían a sus nietos
- Informe inicial al Congreso sobre la ley Supporting Grandparents Raising Grandchildren Act en apoyo a los abuelos que crían a sus nietos.
- Guía para la crianza de los nietos de AARP.
“Es alarmante pensar que por cada cuatro muertes ocasionadas por la COVID-19, un niño se queda solo”, dijo en un comunicado Susan Hillis, investigadora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y autora principal del estudio de Pediatrics. “Tenemos una crisis”.
Agobiados por la pena
Si bien estas pérdidas son devastadoras para los niños, también generan dificultades para los abuelos que los cuidan a tiempo parcial o a tiempo completo. Y esos abuelos muchas veces también están de duelo por la pérdida de su propio hijo o familiar.
La pandemia ha impuesto obstáculos singulares que amplificaron una situación ya sin precedentes, señala Jaia Peterson Lent, quien dirige el National Center on Grandfamilies y es subdirectora ejecutiva de Generations United, una organización que publicó un informe (en inglés) en diciembre sobre el estado de las “familias encabezadas por abuelos”. Algunos de los retos que enfrentan los abuelos y los familiares mayores que se convierten en los cuidadores principales de un menor de edad son la educación a distancia, la escasez de productos y el miedo general al contagio por COVID-19.
“Muchas veces esos familiares son la última opción para esos niños, y por eso tienen miedo de que si se enferman o mueren, los pequeños tendrán que ingresar al sistema de adopción provisional, y eso es un gran factor estresante”, dice Peterson Lent.
Los nietos de Swan tienen 1 y 3 años, y su hija Pamela Addison es maestra de lectura. Swan, quien está jubilada, es ahora una presencia constante en la vida diaria de sus nietos, pues cambia pañales, los baña y les da un beso de buenas noches. La meta del equipo de madre e hija es que los niños tengan una niñez lo más normal posible sin su padre.
Inicialmente, a Swan le preocupaba que el cuidado de sus nietos sea agotador, pero la hermana y la suegra de Pamela, y otros familiares, se han unido para apoyarlas.
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