Vida Sana
Ser anfitrión de las fiestas de fin de año puede parecer un deporte maratónico. Hay que planificar las comidas, comprar todo lo necesario, limpiar la casa y cocinar. Es mucho trabajo, especialmente para los adultos mayores que han estado dos —o tal vez tres— generaciones al mando de las actividades festivas.
¿Cuál es el momento de renunciar a esta función para que la asuma la próxima generación?
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Es una pregunta difícil para todos. Puede ser duro, después de tantos años, abandonar el papel de anfitrión —y, por otro lado, puede ser difícil asumirlo—, sobre todo después de vivir toda la vida con ciertas tradiciones en cuanto a la preparación de comidas, las decoraciones, los juegos y los regalos.
“Es un tema que evoca muchas emociones”, dice Andrew G. Celli Jr. (57 años), un abogado residente de Manhattan.
Las tradiciones en casa de su madre —en la cual él se crio, en Rochester, Nueva York— tienen “un ritmo y una regularidad que lo hacen un momento muy especial y tan característico de ella y su forma de hacer las cosas”.
Sin embargo, su familia es numerosa. Tanto Celli como sus dos hermanos están casados y tienen varios hijos cada uno, y algunos de los hijos tienen pareja. Así, casi 20 personas se reúnen en las festividades. Para Dolores Celli —quien vive sola y está por cumplir los 90 años— es mucho trabajo preparar su tradicional lasaña; filete de costilla, o pollo con limón, ajo y romero; pizzelas; y el pastel de manzana tal como lo preparaba su abuela en Italia.
“Hay que reorganizar por completo la casa y sacar mesas adicionales, pero disfruto de cada momento”, afirma Dolores, agregando que también sirve el desayuno a sus invitados cada mañana. “Afortunadamente, tengo suficiente salud para hacerlo. Cada año para mí es una bendición, aunque seguramente uno de mis hijos me va a decir algún día: ‘Ya no’”.
Según Andrew Celli, aunque ni él ni sus hermanos han insistido hasta ahora en un cambio permanente, él organizará la reunión navideña en su casa este año.
Su madre “es increíblemente fuerte y un poco terca, pero termina bastante cansada después del fin de semana festivo”, dice Andrew. “Queremos que ella disfrute las tradiciones que se puedan replicar en mi casa, sin que tenga que hacer todo el trabajo”.