¿Qué es una póliza híbrida?
La mayoría de las pólizas de cuidados a largo plazo que se venden desde el 2010 combinan la cobertura para la atención a largo plazo con otro beneficio, por lo general un seguro de vida o, con menos frecuencia, una anualidad, según el Servicio de Investigación para el Congreso. Estas pólizas se denominan híbridas o de “beneficios vinculados”. Las pólizas combinadas cubrieron a casi 900,000 personas en el 2022, según la NAIC.
Si bien en algunos casos pagarás una prima mensual continua por esas pólizas, muchas funcionan de la siguiente manera: pagas una suma única o una cantidad fija dividida en varios pagos anuales, lo que elimina el riesgo de aumento de las primas.
A cambio, recibes cobertura de cuidados a largo plazo junto con una cierta cantidad de seguro de vida que recibirán tus herederos si nunca usas los beneficios de cuidados a largo plazo. Si usas los beneficios, el pago del seguro de vida se reduce o se elimina.
La póliza también podría permitirte recuperar tu pago completo durante los primeros años si decides que ya no deseas la cobertura.
Las pólizas híbridas “responden a una constante preocupación de muchas personas… que es que podrían pagar el seguro durante años y nunca necesitarlo”, explica Christine Benz, directora de finanzas personales en Morningstar, una empresa de servicios financieros de Chicago. De una forma u otra, recibes un beneficio.
Pero pagarás un precio más alto por esa garantía. Las pólizas híbridas son más costosas que las tradicionales.
Además, los pagos del seguro de vida tienden a ser modestos, a menos que añadas los cuidados a largo plazo a una póliza de seguro de vida permanente más amplia y más costosa, explica Graham de Altfest.
¿Cómo funcionan los seguros de cuidados a largo plazo?
Las pólizas de cuidados a largo plazo pueden limitar los trastornos que cubren. Por ejemplo, no es inusual negar cuidados a causa del alcoholismo, la adicción a las drogas o las lesiones de guerra.
Una enfermedad preexistente, como una enfermedad cardíaca o un diagnóstico previo de cáncer, puede no impedir que obtengas una póliza. Pero es posible que la póliza no cubra los cuidados relacionados con esa enfermedad durante algún período después de que entre en vigor.
Sin embargo, por lo general adquieres el derecho de recibir beneficios una vez que ya no puedes realizar una cantidad determinada de las llamadas actividades de la vida diaria —como bañarte, vestirte, alimentarte, usar el baño, acostarte y levantarte de la cama, sentarte y levantarte de una silla, controlar la incontinencia— o si tienes deterioro cognitivo.
Un obstáculo más a superar: un período de espera que comienza la primera vez que necesitas o recibes los cuidados. Los beneficios suelen comenzar después de 90 días, pero podrías pagar primas más altas o más bajas para modificar el período de espera o de eliminación.
Una vez que comienza la cobertura, por lo general tiene un límite de cierta cantidad diaria o mensual, hasta un máximo de por vida o un determinado número de años. Se pueden disponer diferentes sumas para la atención que recibas en tu hogar, en un hogar de ancianos o en otro lugar. Pagas más por niveles más altos de beneficios o por beneficios que aumentan con el tiempo para protegerte de la inflación.
Por ejemplo, una póliza que paga $200 al día por cinco años y aumenta los beneficios a razón del 3% compuesto por año costará más que una que paga $100 al día por dos años sin protección contra la inflación.
Una vez que estés recibiendo los beneficios, por lo general no tendrás que pagar primas.
La turbulenta historia de los seguros de cuidados a largo plazo
Las primeras pólizas de seguro de cuidados a largo plazo, que se empezaron a vender en la década de 1980, cubrían solo la atención en hogares de ancianos. Pero a lo largo de la década de 1990 y a principios de la del 2000, las aseguradoras comenzaron a cubrir los servicios de atención en el hogar, los centros de vida asistida, el cuidado diurno para adultos y otras opciones. Algunas prometían beneficios de por vida.
Pero las compañías de seguro subestimaron la suma que pagarían en reclamaciones y sobrestimaron lo que percibirían de las inversiones. Es posible que se encontraran con problemas financieros y, con el permiso de los reguladores estatales, aumentaron considerablemente las primas de los clientes activos.
Muchas compañías dejaron de vender seguros tradicionales de cuidados a largo plazo. Solo unas pocas venden las pólizas en la actualidad, con períodos de cobertura más limitados y precios más altos.
Tradicionalmente, del 70 al 80% de las personas que tienen pólizas tradicionales han visto aumentos en las primas, según Jesse Slome, director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Seguros de Cuidados a Largo Plazo (AALTCI). Las compañías que venden pólizas más nuevas las han modificado para evitar que se repita esa situación.
Lo que debes saber si tienes una póliza
Las personas que ya tienen pólizas tradicionales deben saber que si aumenta la prima, tienen opciones. Una posibilidad es pagar el aumento y mantener los beneficios contratados, una opción que suele ser atractiva para quienes pueden pagar el aumento de precios y tienen pólizas antiguas generosas, señala Jodi Cirignano, directora ejecutiva y asesora patrimonial de Peapack Private Wealth Management, de Bedminster, Nueva Jersey.
Otra opción es aceptar recibir menos beneficios a la tarifa de tu prima anterior. Según los expertos, es muy probable que cancelar una póliza y buscar una nueva cobertura cuando ya eres mayor y tienes peor salud resulte más costoso. Mientras sigas pagando, las compañías de seguro no pueden cancelar tu plan legalmente.
Graham dice que los clientes con pólizas de décadas de antigüedad continúan viendo aumentar sus primas. “La mayoría de nuestros clientes deciden conservar su seguro”, dice. Pero algunos aceptan beneficios reducidos o menos protección contra la inflación para mantener los costos bajo control.
Comprar o no comprar: cuál es la decisión acertada
A diferencia de los seguros de salud, de la vivienda o de automóvil, “esta es una póliza que compras solo una vez”, dice Slome, de AALTCI. Por lo tanto, antes de tomar una decisión —incluida la compra o no de una póliza— considera lo siguiente:
Tu presupuesto. Si ya enfrentas problemas para pagar los alimentos, los medicamentos, los servicios públicos u otras necesidades importantes, agregar una prima de seguro de cuidados a largo plazo no es una buena opción, según una guía de la Asociación Nacional de Comisionados de Seguros. Una buena regla de oro: las primas no deberían costar más del 7% de tus ingresos.
Tus activos. Si estás considerando el seguro de cuidados a largo plazo como una manera de proteger tus bienes para tus herederos o para ti, lo más probable es que te compense si tienes al menos $75,000, sin contar tu vivienda principal, dicen los comisionados de seguros. Si tienes menos de $30,000, podrías pagar más de esa cantidad en primas, dice el grupo.
Tu situación financiera en general. Algunas personas consideran sus bienes y sus gastos y deciden que probablemente podrían cubrir el cuidado a largo plazo sin adquirir un seguro. Algunas pueden planear vender una segunda vivienda, mudarse a una vivienda más pequeña u obtener una hipoteca revertida para cubrir esos gastos, dicen los asesores.
Otras pueden establecer un fondo de longevidad para cubrir no solo los cuidados a largo plazo, sino también todos los costos resultantes de vivir más tiempo que la media. Una de las ventajas de la autofinanciación es la total flexibilidad en cuanto a la forma de emplear el dinero destinado al cuidado.
Tus principales objetivos financieros. ¿Cuán importante es para ti dejar dinero en herencia? “Algunas personas tienen la firme voluntad de dejar algo para su familia” y están muy motivadas para adquirir un seguro para proteger sus bienes en caso de necesitar cobertura catastrófica durante muchos años, según Cirignano, de Peapack. “Otras no tienen problema en que el último cheque que giren no tenga fondos”.
La amplia gama de seguros disponibles. Habla con agentes autorizados para vender pólizas de varias compañías y con asesores financieros que puedan contextualizar tus opciones en tu plan financiero general.
“Es muy conveniente contar con la ayuda de un tercero que no tenga intereses particulares en ninguna compañía de seguros a la hora de emprender el proceso”, dice Benz, de Morningstar.
Debido a que los estados regulan los seguros, tus opciones pueden variar mucho dependiendo de dónde vivas. “Muchos de nuestros clientes en Nueva York enfrentan opciones limitadas y precios altos, mientras que alguien que resida en Arizona puede tener más opciones”, dice Graham.
Tu edad y tu salud. Cuanto mayor seas al comprar un seguro de cuidados a largo plazo, más alto será el precio. Los problemas de salud también harán que sea más costoso o, en algunos casos, imposible obtener cobertura.
Las tasas de rechazo de cobertura aumentan drásticamente con la edad. Si ya tienes pérdida de la memoria o problemas con el cuidado personal diario, es poco probable que puedas adquirirla.
Algunas aseguradoras requieren un examen físico o una revisión de tu historial médico. Otras solo realizan entrevistas sobre tu salud por teléfono.
En general, las pólizas tradicionales tienen requisitos de salud más estrictos que las híbridas. Si bien los expertos solían sugerir empezar a buscar un seguro de cuidados a largo plazo al cumplir los 60 años, muchos ahora sugieren comenzar a partir de los 50 o incluso de los 40.
Las formas de pagar la póliza. Es posible que puedas cubrir las primas, libres de impuestos, con dinero de una cuenta de ahorros para la salud, disponible solo para los consumidores que poseen ciertos planes de salud, dice Benz. O puedes explorar las ventajas fiscales de convertir una póliza de seguro de vida o anualidad existente en una póliza de cuidados a largo plazo.
Se trata de un proceso complicado, pero vale la pena para muchas personas que han cambiado sus objetivos en cuanto al seguro, explica.
Otras opciones: las pólizas grupales que ofrecen los empleadores pueden ser más asequibles que las pólizas individuales, en particular si tienes problemas de salud. Las primas suelen ser más económicas si se compran pólizas individuales en pareja en vez de para una sola persona.
Las parejas también podrían obtener “cuidado conjunto”: si uno de ellos agota los beneficios que le corresponden, podrá recibir los que le corresponden a su pareja.
Además, en casi todos los estados puedes explorar opciones de una cantidad limitada de pólizas que tienen convenios con el programa estatal de Medicaid. Estas pólizas de convenio permitirán que tú y tus sobrevivientes conserven una mayor parte de tus bienes si alguna vez necesitas Medicaid. La cantidad protegida se basa en lo que la póliza ya pagó por tus cuidados.
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