Vida Sana
Ana y yo estamos sentadas en una mesa en la cocina de su hogar en Phoenix, una casa repleta de obras de arte. El polvo del Nescafé instantáneo toca el agua hirviendo y su aroma me trae recuerdos; me parece ver a mi padre añadiendo leche y azúcar a esa taza de café que siempre tenía en mano. Sin embargo, ahora el tema es el padre de Ana, Elias Contreras, quien duerme en una habitación cercana.
Ana dice que siempre supo que se ocuparía de su padre, que a sus 103 años sufre de insuficiencia cardíaca congestiva. Hasta escribió un poema al respecto hace 15 años, “ahora nos toca a nosotros…” leía el estribillo.
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También sabía que no permitiría que su padre sufriera y muriera como lo hizo su madre, Susana Contreras —en un hospital—. “No permitiré que pase por experiencias crueles y dolorosas; cosas innecesarias. En lo absoluto”.
Sin embargo, internar a Don Elias en un centro para cuidados terminales o buscar los servicios de apoyo al final de la vida que estos brindan, lo que se conoce como “hospice” u hospicio, nunca formó parte de su plan.
“Cuando oí la palabra ‘hospice’ fue como oír la palabra ‘cáncer’”, dice Ana, de 56 años. Se resintió cuando el médico le sugirió internar a su padre en un hospicio. “Para mí, el hospicio significaba mandar a tus padres a un sitio donde se supone que los cuiden, pero no siempre lo hacen”.
Esas ideas equivocadas, o incluso el desconocimiento total sobre los centros para cuidados terminales, son bastante comunes en la comunidad hispana. El concepto es desconocido en América Latina, donde tradicionalmente la mayoría de las familias cuidan de sus seres queridos en el hogar hasta el último día. Recibir apoyo en el hogar por parte de médicos, enfermeros, asistentes de salud o trabajadores sociales no suele ocurrir, salvo excepcionalmente. Sin embargo, en Estados Unidos los hospicios brindan esos servicios.
“Los latinos suelen pensar que están dejando de lado los cuidados médicos de sus seres queridos, pero no es así”, dice Jon Radulovic, vicepresidente de comunicaciones de la National Hospice and Palliative Care Organization (NHPCO, en inglés). “No estás abandonando a tu ser querido. No te estás rindiendo: se trata de darle una forma de cuidados médicos holísticos y compasivos centrados en la dignidad y los deseos de cada paciente”.
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