Vida Sana
En una encuesta reciente de AARP, se encontró que el 76% de los adultos mayores de 50 años desean vivir en su hogar el mayor tiempo posible. No obstante, en la medida en que aumentan sus necesidades físicas funcionales o cognitivas, algunos se niegan a aceptar la ayuda que necesitan, lo que puede afectar su seguridad y a la larga poner en riesgo su capacidad de quedarse viviendo en casa. “En mi consultorio suelo ver a pacientes que sé que necesitan ayuda en casa, que están teniendo verdaderas dificultades, pero que no quieren recibir ayuda”, dice la doctora Lee Lindquist, jefa del departamento de geriatría de Northwestern Medicine en Chicago. “Hay un interruptor que se apaga cuando las personas cumplen 70 u 80 años, el cual hace que no quieran que otras las ayuden”. Después de haber observado este patrón una y otra vez, Lindquist comenzó a preguntarse, "¿por qué los adultos mayores se resisten a aceptar la ayuda que necesitan?” y “¿qué se puede hacer para superar esta resistencia?”
Para averiguarlo, la Dra. Lee y sus colegas llevaron a cabo una serie de ocho sesiones de grupo con adultos mayores de 65 años residentes de las áreas de Chicago y Fort Wayne, Indiana. En las sesiones, los participantes hablaron sobre lo que les preocupaba al quedarse viviendo en casa a medida que envejecían y sobre sus motivos para negarse a aceptar ayuda. Mientras los participantes hablaban sobre sus preocupaciones, los investigadores identificaron cuatro temas frecuentes y luego motivaron a todos a aportar ideas sobre estrategias eficaces para superar su resistencia. Las conclusiones se publicaron en la edición de agosto del 2018 del Journal of the American Geriatrics Society.
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Los siguientes son los principales motivos por los que los adultos mayores se niegan a aceptar ayuda, junto con sus sugerencias sobre cómo sus familiares y cuidadores pueden ayudarlos a ver la situación de forma diferente y superar su resistencia.
Motivo para negarse: temor a perder la independencia
Muchos adultos mayores de las sesiones de grupo expresaron que si no pudieran realizar las tareas básicas en casa, no les gustaría pedir ayuda porque les preocupa perder aún más su independencia. “Temían que se convirtiera en un camino peligroso y que terminaran en un hogar de ancianos”, explica Lindquist. En un estudio separado en el que se incluyó a 8,881 adultos mayores de 65 años, un grupo de investigadores en Australia encontró que el temor a perder la independencia ocupó el segundo lugar después del temor a perder la salud física y en ambos casos se destacó el miedo a terminar en un hogar de ancianos.
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