Vida Sana
Antes de la pandemia, Laura consideraba a Mary y Courtney, las dos ayudantes de salud en el hogar que la asistían en el cuido de Louis, su esposo con demencia, como personas de confianza, queridas y consideradas como miembros de la familia. Ella confiaba en que Mary llegaba puntualmente a las 8 cada mañana para convencer gentilmente a Louis a que saliera de la cama, se pusiera ropa limpia, y fuera a la mesa a desayunar. Hacía mandados las dos tardes a la semana que Courtney pasaba con él haciendo dibujos divertidos y cantando canciones. Siempre que alguna de las ayudantes estaba ahí, tanto ella como Louis se sentían un poco más optimistas.
Pero Louis también tiene EPOC, diabetes y presión arterial alta, enfermedades que hacen que las personas sean más vulnerables a la COVID-19. Muy a su pesar, pero temiendo que la gente entrara y saliera de la casa y posiblemente lo contagiaran, Laura les pidió a las ayudantes que se tomaran un descanso por un tiempo. Ella se haría cargo de todos los cuidados hasta que pasara el peligro.
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Ahora, seis meses después de la pandemia, Laura está agotada y preocupada de haber tomado la decisión equivocada. Sabe que no tiene la paciencia de Mary o la personalidad jovial de Courtney y, en cambio, se irrita cuando Louis se demora horas desayunando o se sienta perplejo y desplomado en su sillón. Se asegura a sí misma que la agencia de asistencia domiciliaria ya ha equipado a las ayudantes con el equipo de protección personal que necesitan. Pero luego se pregunta con sentimientos de culpabilidad si, al invitar a Mary y Courtney a regresar a su casa, estaría arriesgando la salud de su esposo solo para reducir su propio estrés.
La angustia entre los cuidadores familiares en general ha aumentado recientemente debido a estos asuntos de seguridad. Si los familiares viven en un centro residencial, como un hogar de ancianos, donde otras personas ya han contraído el coronavirus, entonces tuvieron que considerar si llevaban a su ser querido a casa o no. Si ellos y su familiar ya viven en casa con servicios de apoyo, como ayudantes de salud en el hogar, entonces ya han considerado si se debería permitir que alguien más ayudara con los cuidados y, si es así, cuándo. La presión de amigos y familiares, a menudo con consejos contradictorios sobre cómo proceder, solo aumenta la confusión. ¿Cómo pueden los cuidadores tomar la decisión más prudente en condiciones inciertas cuando no hay una respuesta correcta y clara? Aquí te presentamos algunas ideas.
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