Vida Sana
Muchas personas cuyas vidas se desarrollaban tranquilamente antes de la amenaza de COVID-19 pueden sentir de pronto que forman parte de una película de ciencia ficción. Pero para los cuidadores, especialmente aquellos que cuidan a militares en servicio activo y a veteranos, los niveles elevados de ansiedad, la ambigüedad y el distanciamiento social forman parte de la vida diaria.
En ese aspecto, la actual pandemia no solo brinda una oportunidad para que los civiles aprendan a pensar como los cuidadores militares, sino que también permite que comprendan lo que los veteranos de combate y las familias militares experimentan con la incertidumbre continua que rodea sus vidas.
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"Los cuidadores militares y las personas que tienen un ser querido desplegado viven con el conocimiento de que no pueden controlar la situación”, explica Jennifer Mackinday, coordinadora de programas de la Elizabeth Dole Foundation, portavoz del Wounded Warrior Project (Proyecto Guerrero Herido) y cuidadora de su hermano, James, que fue herido en Irak en el 2005. “Las familias militares han aprendido a aceptar la ambigüedad y a aferrarse a lo que sí saben. También entendemos que lo que sí podemos controlar es la manera en que reaccionamos y respondemos".
A esto se añade el hecho de que muchos combatientes heridos ya están en la categoría de mayor riesgo de contraer COVID-19, lo cual hace que todos los miembros de la familia estén ansiosos, especialmente cuando un familiar llega a casa con un resfriado común.
Los veteranos heridos a menudo se someten a múltiples operaciones o procedimientos y tratamientos que requieren hospitalización o visitas médicas. Saben lo que significa estar confinados en casa, y sus cuidadores conocen bien la necesidad de estar preparados para lo inesperado o la repentina imposibilidad de salir de casa.
"Abordo todo como si se tratara del peor de los casos, y mi hermano ya ha vivido el peor de los casos”, asegura Mackinday. “La mayoría de los veteranos de combate, especialmente aquellos con lesiones ocultas como el trastorno por estrés postraumático (TEPT), llevan años practicando el distanciamiento social".
Estímulos desencadenantes de traumas pasados
Cuando los recursos son escasos y existe miedo y pánico, se pueden desencadenar traumas pasados asociados con la guerra. “Nuestros veteranos se sienten más indefensos cuando no pueden salir y proteger a todo el mundo, no solo a sus familias”, explica Melissa Comeau, una cuidadora militar cuyo esposo fue herido en Irak, y autora de Sleeping with the War. "Ellos sienten un llamado al servicio que no desaparece con sus heridas, enfermedad o lesión. Y este virus es un enemigo que no se puede ver ni combatir con un arma”.
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