Vida Sana
Cuando el gobernador de Florida, Ron DeSantis, anunció que los hogares de ancianos del estado podrían comenzar a aceptar visitas por primera vez desde mediados de marzo, Mary Daniel, de Jacksonville, de 57 años, dijo que “finalmente pudo dejar de preocuparse”.
El caso de Daniel se convirtió en una noticia nacional (en inglés) en julio, cuando consiguió un trabajo como empleada de limpieza y lavaplatos en el centro de atención de la memoria donde vive su esposo, Steve, quien tiene la enfermedad de Alzheimer. Era la única manera de poder ingresar al centro y estar con él, ya que se prohibieron las visitas en la mayoría de los centros de cuidados a largo plazo del país debido a la COVID-19.
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Ahora, unos pocos días después, Daniel se vuelve a sentir desesperada. El personal del centro donde vive su esposo le dijo que probablemente pasaría un mes antes de que estuvieran listos para comenzar a aceptar visitas. Había escuchado algo similar de sus contactos en Florida: que pocos hogares están preparados para recibir visitas, aunque técnicamente están permitidas.
“Es casi una crueldad, cuando la gente pregunta '¿Puedo ir mañana? ¿Puedo ir al día siguiente?' porque se exige el cumplimiento de la orden. El gobernador la firmó” (en inglés), advierte Daniel.
La reanudación de visitas en hogares de ancianos que anunció Florida suscitó la atención del país. La mayoría de los otros estados dictaron pautas para reanudar las visitas, pero Florida es un referente nacional en cuanto al cuidado de los adultos mayores, señala Brian Lee, director ejecutivo de Families for Better Care, un grupo de defensa de hogares de ancianos y centros de vida asistida.
El plan del estado omite algunas estrategias que se adoptaron en otros lugares, como un plan de reapertura regional para los centros de ciertos condados, algunos de los cuales continúan observando una rápida propagación del coronavirus. Es notorio que el estado tampoco requiera una prueba de detección para las visitas.
Algunos defensores de los residentes de hogares de ancianos se preocupan de que las pautas de Florida se hayan redactado de forma tan general que causen incertidumbre, demoras e incluso la muerte. “Me preocupa profundamente que esta orden se utilice como modelo y que otros estados imiten lo que ha hecho Florida”, dice Lee, exdefensor de cuidados a largo plazo de Florida, a quien se le encomendó ayudar a las familias a resolver las inquietudes sobre los centros.
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