Vida Sana
De los tres millones de personas que padecen epilepsia en Estados Unidos, alrededor de un millón es mayor de 55 años, de acuerdo con las últimas encuestas nacionales. Se puede decir que uno de cada tres casos ocurre en un adulto mayor, y se espera un incremento en estos números a medida que la población envejece. ¿Por qué este sector de la población está entre los más afectado? ¿Qué hacer si presencias un ataque epiléptico?
¿Qué es la epilepsia?
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La epilepsia engloba un grupo de condiciones cerebrales caracterizadas por breves periodos de pérdida de la conciencia; acompañadas o no de movimientos corporales involuntarios o convulsiones. Esta definición implica dos cosas: puede haber epilepsia sin convulsiones, y la pérdida de conciencia es una manifestación a esta condición.
Lo que quiere decir que es fácil percatarse cuando una persona presenta convulsiones generalizadas, pero es difícil identificar que alguien tiene pérdida de la conciencia.
Epilepsia sin convulsiones
En el tipo de epilepsia conocida como crisis de ausencia o “ausencias típicas” (antes conocida como petit mal), la pérdida de conciencia puede ser de breves segundos, acompañada de una mirada pérdida y con breves parpadeos. En las llamadas epilepsias parciales o sensoriales, la pérdida de conciencia puede estar acompañada de cambios en el gusto, el olfato o de momentos de confusión. En estos tipos de epilepsia no se presentan convulsiones.
Muchos de los síntomas de la epilepsia focalizada pueden malinterpretarse como “problemas de la edad”. También se pueden confundir con los efectos secundarios que ocasionan múltiples medicamentos, factores que retrasan el diagnóstico.
Epilepsia hereditaria y adquirida
Otros tipos de epilepsia, especialmente la identificada como crisis tónico-clónica (antes conocida como gran mal), pueden ser congénitas. La persona nace con ella.
Sin embargo, otras son adquiridas en el trascurso de la vida por situaciones o condiciones que afectan la función cerebral. Por ejemplo, infecciones cerebrales como encefalitis o meningitis pueden dejar epilepsia como secuela. Golpes continuos en el cerebro —como los que sufren los boxeadores o jugadores de fútbol americano— pueden complicarse con ataques epilépticos. Intoxicaciones químicas o accidentes en la cabeza.
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