Vida Sana
¿Agotado y constantemente sin energía? No es una sensación agradable, pero debes saber que no eres el único.
Las investigaciones sugieren que la fatiga (llamada "anergia" en la jerga médica) es común en casi el 50% de las personas mayores de 65 años, en comparación con los índices de la población en general, que oscilan entre el 10 y el 25%. Es aún más frecuente entre los adultos que viven con problemas de salud que se vuelven más comunes con la edad, como las enfermedades cardíacas. Hasta el 74% de los adultos mayores con una enfermedad crónica experimentan fatiga, sugiere una revisión de estudios publicada en el 2021.
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Sin embargo, la "fatiga no es la consecuencia natural de envejecer", explica Barbara Resnick, codirectora del Biology and Behavior Across the Lifespan Organized Research Center en la Facultad de Enfermería de la Universidad de Maryland. "Está más relacionada con los cambios que ocurren por la edad y que se asocian comúnmente con las enfermedades".
La fatiga es normal cuando uno está combatiendo algún tipo de enfermedad, desde infecciones, como la gripe o la COVID-19, hasta trastornos autoinmunitarios. También es un efecto secundario de algunos tratamientos, como la quimioterapia.
Más allá de eso, "todos nos sentimos cansados parte del tiempo", dice la Dra. Suzanne Salamon, profesora adjunta de Medicina Geriátrica y Atención Primaria del Beth Israel Deaconess Medical Center en Boston. "Por lo general, la fatiga desaparece con el sueño o con el tiempo".
Pero si la fatiga inexplicada continúa más de unas pocas semanas, es hora de averiguar cuál es la causa. Aquí presentamos algunos posibles sospechosos (pero ten en cuenta que puede haber más de un culpable).
1. Tus medicamentos te roban energía
“Los adultos mayores toman muchos medicamentos y gran parte de estos tienden a provocar cansancio", explica Brenda Windemuth, directora del Adult Gerontology Primary Care Nurse Practitioner Program en la Facultad de Enfermería de University of Maryland. Los principales son: ciertos antidepresivos, ansiolíticos, antihistamínicos, esteroides, así como los medicamentos para la hipertensión arterial y el colesterol.
También crean problemas los antipsicóticos, los analgésicos, los medicamentos para las convulsiones y la quimioterapia. Otros medicamentos, como los diuréticos, contribuyen al agotamiento porque alteran el sueño.
“No todos los medicamentos tienen los mismos efectos en todas las personas”, dice Salamon. "Si alguien comienza a tomar un medicamento nuevo y nota fatiga, debe avisarle al médico. A veces surte efecto tomarlo a la noche o reducir la dosis, pero otras veces hay que cambiar de medicamento". Ella recomienda llevar siempre contigo todos tus medicamentos —recetados y de venta libre— a las visitas al consultorio para que el médico pueda verificar dosis y duplicados.
Levine pudo tomar una dosis más baja de este medicamento para el colesterol sin privarse de los beneficios. Aunque todavía se siente un poco cansado, ha decidido continuarlo. "Vale la pena el inconveniente", dice. "Juego tenis y no quiero caer muerto en la cancha".
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