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6 cosas que debes saber sobre la COVID-19 prolongada

Los síntomas iniciales pueden persistir (y otros más pueden aparecer) meses después de una infección de coronavirus.


spinner image Terapista físico ayuda a un paciente a ejercitarse
FSTOP123/GETTY IMAGES

| Millones de personas que recibieron un diagnóstico de COVID-19 en el último año han informado de síntomas nuevos o persistentes —y, en algunos casos, poco comunes— mucho tiempo después del contagio inicial. De hecho, este fenómeno ha sido tan frecuente que se han establecido clínicas en todo el país para estudiarlo y ayudar a quienes lo padecen a recuperarse.

A continuación te decimos lo que se sabe hasta la fecha acerca de la "COVID-19 prolongada" y lo que todavía esperamos aprender.

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Puede ocurrir incluso en casos leves de COVID-19

Cuando los docentes de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de George Washington (GW) University lanzaron su clínica de recuperación de COVID-19 a fines del verano pasado, lo hicieron teniendo en cuenta a los pacientes hospitalizados, sabiendo que el camino a la recuperación probablemente sería más largo para quienes padecieron casos graves. Sin embargo, los fundadores de la clínica no previeron que las personas con casos leves o moderados de la enfermedad tuvieran posteriormente problemas "igual de profundos", afirma Monica Lypson, profesora de Medicina en GW y codirectora de su clínica de recuperación de COVID-19.

Síntomas comunes de la COVID-19 prolongada

  • Cansancio o fatiga
  • Dificultad para pensar o concentrarse (también conocida como "neblina mental")
  • Dolor de cabeza
  • Pérdida del olfato o del gusto
  • Mareos al ponerse de pie
  • Latidos rápidos o fuertes del corazón
  • Dolor de pecho
  • Dificultad para respirar o falta de aire
  • Tos
  • Dolor muscular o en las articulaciones
  • Depresión o ansiedad
  • Fiebre
  • Síntomas que empeoran luego de realizar actividades físicas o mentales

Fuente: CDC

"La mayoría de nuestros pacientes actuales nunca ingresaron al hospital", dice Lypson.

La clínica de GW no es la única que registra este fenómeno. Jennifer Possick, directora médica del programa de recuperación posterior a la COVID-19 de Yale University, observa una tendencia similar. Y Greg Vanichkachorn, especialista de Mayo Clinic, se suma a estas observaciones.

"Si bien algunos de nuestros pacientes tuvieron casos graves de la enfermedad o incluso estuvieron internados [en cuidados intensivos], de ninguna manera se puede decir que ellos constituyen una mayoría de nuestros casos", dice Vanichkachorn, un especialista en medicina ocupacional que dirige el programa de rehabilitación de actividades de Mayo Clinic.

Varias investigaciones avalan lo que han observado los profesionales de la salud: que el virus puede seguir mostrando secuelas en personas que apenas habían sentido los efectos de la infección en su etapa inicial. Por ejemplo, según un informe publicado en julio del 2020 (en inglés) por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el 20% de las personas previamente sanas de entre 18 y 34 años que tuvieron COVID-19, pero no ingresaron al hospital, aún no habían vuelto a su estado normal de salud entre dos y tres semanas después de haber dado positivo en una prueba de detección de coronavirus.

Un grupo de investigadores suecos descubrió que el 26% de los profesionales de salud jóvenes que habían estado sanos antes de padecer casos leves de COVID-19 presentaron por lo menos un síntoma moderado o grave durante un mínimo de dos meses después de la infección, mientras que el 11% tuvieron al menos un síntoma que duró ocho meses. Asimismo, otra investigación (cuyos resultados están pendientes de publicación) reveló que el 27% de las personas con COVID-19 que nunca ingresaron al hospital informaron de síntomas persistentes después de 60 días.

La COVID-19 prolongada no es infrecuente

Es difícil precisar exactamente cuántas personas padecen síntomas nuevos o persistentes después de una infección de coronavirus, señala Mark Avdalovic, especialista en enfermedades pulmonares y cuidados críticos en University of California Davis Health. Pero se trata de un tema que los investigadores buscan entender más a fondo.

Uno de los primeros estudios publicados sobre la COVID-19 prolongada reveló que más del 87% de 143 pacientes hospitalizados con COVID-19 informaron de al menos un síntoma persistente luego de su diagnóstico inicial. Sin embargo, otros informes indican que la proporción de pacientes afectados es probablemente mucho más pequeña. Según una encuesta realizada en el Reino Unido, el 13.7% de más de 20,000 participantes que habían dado positivo en una prueba de COVID-19 siguieron presentando síntomas durante al menos 12 semanas después de haberse contagiado. Otros expertos estiman que aproximadamente el 10% de las personas que tuvieron COVID-19 padecen síntomas persistentes.

Según Possick, desde que se lanzó el programa de recuperación pos-COVID-19 el verano pasado, ella y sus colegas han visto "mucho tráfico": casi 500 pacientes hasta la fecha. Pero "esa cifra sigue siendo muy pequeña" si se tiene en cuenta que más de 32 millones de personas en Estados Unidos han dado positivo en pruebas de COVID-19 y que muchas de ellas podrían estar lidiando con síntomas persistentes.

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"La mayoría de las personas con COVID-19 nunca ingresan al hospital, y muchas de ellas son relativamente jóvenes, en edad laboral. Por lo que, aunque solo una pequeña porción de estas personas tiene síntomas persistentes, el resultado matemático es que sigue siendo mucha gente", dice Possick.

Los síntomas de la COVID-19 prolongada varían

En realidad no hay un solo síntoma emblemático de la COVID-19 prolongada. Las personas afectadas han informado de una variedad de problemas —y a veces de múltiples síntomas al mismo tiempo— que van desde la falta de aire hasta dolor muscular o en las articulaciones.

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El síntoma más frecuente "por amplio margen" de los que observa Vanichkachorn en sus pacientes de Mayo Clinic es la fatiga, por la cual las personas que habían sido activas quedan agotadas después de realizar actividades cotidianas, como sacar a pasear al perro.

Otro síntoma frecuente de la COVID-19 prolongada es la "neblina mental", es decir, dificultad para pensar.

"Y lamentablemente, de todos los síntomas que dificultan la vida del paciente, este es el que resulta más problemático porque suele afectar la vida laboral —el paciente no es capaz de hacer lo que normalmente hace, y termina siendo amonestado o sometido a un plan de mejora—. Y eso le provoca mucho estrés", dice Vanichkachorn.

Lypson, de GW, ha observado que algunos de sus pacientes de COVID-19 prolongada tienen el ritmo cardíaco elevado, tos persistente o una inexplicable sensación de entumecimiento u hormigueo. Otro problema común es el aumento de la ansiedad, según Lypson.

En una investigación publicada recientemente en The Lancet Psychiatry se reveló que hasta uno de cada tres sobrevivientes de COVID-19 experimenta un trastorno neurológico o de salud mental en los primeros seis meses después de contagiarse de coronavirus, y que la ansiedad figura entre los síntomas más frecuentemente citados.

Algunos de estos males, como la neblina mental y la fatiga, son previsibles en los pacientes que permanecen mucho tiempo en el hospital con cualquier enfermedad posiblemente mortal. Sin embargo, a los expertos de salud les extraña que estos síntomas se estén presentando en personas que nunca habían necesitado tratamiento.

Avdalovic, de UC Davis, dice que ha observado de vez en cuando síntomas persistentes en casos de otras infecciones virales. Por ejemplo, un paciente con gripe podría padecer una gripe que "dura, al parecer, un poco más de lo debido. Pero no en esta medida", dice Avdalovic. "Por la frecuencia con que estamos viendo [síntomas persistentes en personas que tuvieron COVID-19], creo que se trata de un fenómeno bastante singular".

Los expertos aún no conocen la causa de la COVID-19 prolongada

"A estas alturas tenemos hipótesis", pero nada de explicaciones definitivas de por qué algunas personas padecen COVID-19 prolongada, afirma Vanichkachorn, de Mayo Clinic.

Una de las posibilidades es que el cuerpo queda en estado de hiperinmunidad, donde empieza a "luchar contra sí mismo, contra sus propios nervios, lo cual da lugar a todos estos síntomas", explica Vanichkachorn. El daño de los órganos causado por la infección de coronavirus podría ser también la razón de los problemas de salud a largo plazo.

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Según Lypson, si se conoce la causa original de la COVID-19 prolongada, podría ser más fácil que los profesionales de salud identifiquen a los pacientes más susceptibles a los síntomas crónicos, para así tener la posibilidad de prevenir la aparición de dichos síntomas.

Es posible recuperarse de COVID-19 prolongada

Las clínicas que ayudan a los pacientes con COVID-19 a recuperarse cuentan con equipos multidisciplinarios de especialistas y terapeutas que trabajan con los pacientes para ayudarlos a superar los síntomas persistentes. Por ejemplo, las personas con fatiga persistente buscan aumentar su resistencia con actividades físicas de bajo impacto, como el yoga o los ejercicios realizados en posición reclinada.

"Vemos que es una situación donde alguien que se esfuerza demasiado e intenta mejorar de la manera equivocada puede terminar perjudicándose", dice Vanichkachorn.

Los expertos han descubierto que unos pequeños ajustes, como anotar cosas con más frecuencia, pueden mejorar el funcionamiento cotidiano de las personas con neblina mental. Además, los ejercicios respiratorios, dirigidos por un neumólogo, pueden ayudar a aliviar los problemas pulmonares persistentes.

Las terapias pueden llevar varias semanas o meses antes de surtir efecto, pero Possick señala que la mayoría de los pacientes con COVID-19 prolongada logran mejorar. Lo importante es que las personas que presentan síntomas persistentes tras una infección de COVID-19 busquen tratamiento, y que los familiares, profesionales de la salud y empleadores tomen en serio este síndrome.

"Estos síntomas persistentes después de contagiarse de COVID-19 son reales", dice Possick. "Y debemos reconocerlos como un fenómeno real que afecta a muchas personas de manera muy significativa".

La vacuna podría acabar con la COVID-19 prolongada

La mejor manera de evitar la COVID-19 prolongada es evitar contagiarse de COVID-19 desde el principio, tomando medidas de prevención —entre ellas, el uso de mascarillas y el distanciamiento social en público— y vacunándose, según Possick.

Hasta la fecha, aproximadamente el 34% de las personas en Estados Unidos están completamente vacunadas, según los datos de los CDC. Y si más personas se vacunan antes de que el virus pueda mutar "hasta quedar fuera del alcance de las vacunas actuales", Avdalovic se muestra optimista de que las clínicas de recuperación de COVID-19 se conviertan en cosa del pasado.

"Creo que si logramos nuestro objetivo, de aquí a un año no estaremos hablando de COVID-19 prolongada ni del síndrome de síntomas persistentes", afirma Avdalovic. "Me alegraría no tener nada más que analizar".

Entretanto, sin embargo, la paciencia es clave mientras los investigadores trabajan a toda velocidad en busca de respuestas.

"He notado que muchos pacientes se sienten muy ansiosos, están nerviosos y tienen miedo. Y es comprensible; acuden al médico, pero no hay respuestas concretas", dice Avdalovic. "Por eso prefiero tranquilizar a los pacientes asegurándoles que siempre y cuando se estén sintiendo mejor poco a poco, y estemos tomando el tiempo de tratar de entender qué les sucede, entonces vamos por buen camino, aunque no sea una resolución tan definitiva como ellos querrían".

Rachel Nania se incorporó en el 2019 a AARP como reportera sobre temas de salud, después de trabajar varios años como periodista y editora radial en Washington D.C. Recibió los galardones "Gracie Award" en el 2018 y "Edward R. Murrow Award" (a nivel regional) en el 2019, y fue becaria de la National Press Foundation en el 2019 para realizar labores de información sobre la demencia.

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