Vida Sana
| Madeleine Rudin, de 66 años, de Greenwich, Connecticut, comenzó a tener calambres estomacales "terribles" a los 20 años, que la dejaban hinchada y con dolor durante días. Los síntomas continuaron —durante décadas— mientras los médicos la trataban, sin éxito, por problemas como el síndrome del intestino irritable o el colon espástico. No saber cómo se sentiría cada mañana "hizo que mi mundo fuera muy, muy pequeño", dice.
A los 63 años, Rudin finalmente recibió el diagnóstico correcto: endometriosis, un doloroso trastorno inflamatorio que hace que las células del tejido que normalmente recubre el útero crezcan fuera del mismo.
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Unos meses después, su cirujano extirpó 28 lesiones en su intestino, en el útero y en la membrana que cubría sus órganos abdominales. Después de su recuperación, Rudin dice que vivir sin dolor cambió su vida, permitiéndole disfrutar de placeres simples como hacer planes sociales y cumplirlos.
Si bien el diagnóstico de Rudin tardó en llegar, generalmente se necesitan de siete a 10 años para que una mujer sea diagnosticada con precisión con endometriosis, dice Jessica Shepherd, obstetra y ginecóloga del Baylor University Medical Center en Dallas. Según una investigación reciente, Rudin es una de alrededor del 5% de las mujeres en las que el trastorno perdura más allá de la edad reproductiva. Aproximadamente una de cada 10 mujeres en general padece este trastorno.
"Estamos empezando a comprender la endometriosis, en parte porque muchas mujeres no han sido diagnosticadas definitivamente", dice Christine Metz, profesora de Feinstein Institutes for Medical Research en Manhasset, Nueva York, quien señala que, como en el caso de Rudin, a menudo se confunde con problemas intestinales y otros trastornos digestivos.
El precio de esperar un diagnóstico
Ese retraso les cuesta a las mujeres años de dolor e incomodidad, puede afectar la fertilidad y puede aumentar el riesgo de otros problemas de salud: en los casos más agresivos, el tejido rebelde puede migrar a lugares como los pulmones, donde causa dificultad para respirar. El daño emocional de la endometriosis también es alto. Los estudios han encontrado que el dolor pélvico constante y una menor calidad de vida ponen a las mujeres en riesgo de depresión y ansiedad.
Parte del retraso en el diagnóstico tiene que ver con la lentitud de la investigación sobre este trastorno (que tienes siete veces más posibilidades de padecer si tu madre lo tuvo). Hasta hace poco, muy pocas personas en el mundo estudiaban la endometriosis, dice Metz, quien forma parte de un equipo de investigadores que analiza este trastorno en el estudio Research OutSmarts Endometriosis (ROSE) (en inglés). Por medio de este, los investigadores de los Feinstein Institutes esperan encontrar una mejor manera de diagnosticar la endometriosis más allá de las imágenes o la cirugía laparoscópica invasiva. Un posible enfoque es estudiar el efluente menstrual, o el flujo mensual de una mujer, en busca de pistas.
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