2. Come una mayor variedad de frutas y verduras
Cuando más de 10,000 personas enviaron muestras fecales y datos sobre su dieta al American Gut Project (en inglés), iniciado por Gilbert en University of California, San Diego, los investigadores descubrieron que las personas que consumían 30 o más tipos de frutas y verduras en una semana tenían un microbioma intestinal más diverso que los que consumían menos de 10 tipos. Esto fue más importante para promover la diversidad de los microbios intestinales que si los participantes eran vegetarianos o consumidores de carne. Consumir una variedad de frutas y verduras proporciona mayor variedad de tipos de fibra, almidones y otros nutrientes que alimentan a una mayor diversidad de bacterias, explica Gilbert. “No comas solo guisantes para la cena”, dice Gilbert. “Come alimentos de todos los colores del arcoíris. Los colores [de las frutas y las verduras] son sustancias químicas que alimentan diferentes tipos de bacterias”.
Incluye en la dieta el brócoli, el repollo y la coliflor. Las verduras de la familia de las crucíferas como estas (y también la col berza, el bok choy, la rúcula y las coles de Bruselas) alimentan las bacterias beneficiosas que suprimen los microbios intestinales ligados a la colitis ulcerosa y al síndrome del intestino irritable. Las bacterias que se nutren de las crucíferas también le enseñan al sistema inmunológico intestinal a producir la acolchada mucosa protectora que recubre la pared interior de los intestinos, explica Murray. Pero eso no es todo. Los microbios del intestino convierten los glucosinolatos de las verduras crucíferas en isotiocianatos activos que ayudan a prevenir el cáncer.
3. Atrae a los microbios buenos con una taza de té o café
Los compuestos vegetales llamados polifenoles, que se encuentran en el café y el té negro o verde, aumentan el número de bacterias beneficiosas que protegen el revestimiento interno del intestino y que producen los ácidos grasos de cadena corta. Los microbios intestinales también convierten los polifenoles en formas que tienen efectos protectores en el cuerpo, como la prevención de la inflamación, la protección de las células contra los daños e incluso la protección contra el cáncer. Al microbioma también le encantan las bayas, las alcachofas, las aceitunas y los espárragos, todos ellos ricos en polifenoles.
4. ¡A comer pescado!
Las personas que comieron cinco cenas de salmón o de bacalao por semana durante ocho semanas vieron disminuir los niveles de un grupo de microbios intestinales indeseables llamados bacteroidetes, en comparación con las personas que se saltaron el pescado y comieron sus cenas habituales, según un estudio realizado en el 2021, en Noruega (en inglés). Los bacteroidetes se asocian con la diabetes tipo 2, señalan los investigadores. En otros estudios, las personas con niveles más altos de grasas beneficiosas en la sangre tenían un microbioma más diverso y más bacterias beneficiosas, incluso si no comían una dieta alta en fibra.
5. Reduce el consumo de agentes emulsionantes y edulcorantes artificiales
La sucralosa, el aspartame y la sacarina pueden interferir con la diversidad del microbioma de maneras que obstaculizan la capacidad del cuerpo para absorber el azúcar en la sangre, dicen investigadores canadienses. “Y los emulsionantes fuertes en los alimentos procesados pueden destruir la capa protectora de mucosidad en los intestinos, donde residen muchos microbios beneficiosos", dice Murray. En un estudio del 2021 (en inglés), investigadores franceses descubrieron que los emulsionantes carboximetilcelulosa y polisorbato 80 “tienen un impacto profundo en la microbiota intestinal de una manera que promueve la inflamación intestinal y los estados de enfermedad asociados”.
6. Evita los probióticos en la mayoría de los casos
Existe poca evidencia científica que respalde la certeza de que los suplementos probióticos ayuden a los adultos a evitar la diarrea mientras toman antibióticos, a tratar la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, o a aliviar el dolor y otros síntomas del síndrome del intestino irritable, según un análisis de estudios bien diseñados que llevó a cabo la Asociación Estadounidense de Gastroenterología en el 2020. “Lo mejor que puedes hacer es comer alimentos fermentados y, de ser posible, mucha fibra”, dice Gilbert. Si acabas de empezar a consumir alimentos altos en fibra, hazlo poco a poco y aumenta la cantidad a medida que te sientes cómodo para evitar el exceso de gas y la distensión abdominal, añade Wastyk.
Es posible que los probióticos no sean ni siquiera útiles para restaurar las bacterias intestinales destruidas por los antibióticos. En un estudio israelí del 2018 (en inglés), las personas que tomaron probióticos después de un tratamiento con antibióticos todavía tenían un microbioma alterado cinco meses más tarde, mientras que las personas que no tomaron probióticos recobraron un equilibrio bacteriano saludable después de tres semanas. Consumir alimentos fermentados y ricos en fibra es mejor, señala Gilbert.
¿Valen la pena las pruebas personales del microbioma?
Las pruebas que se venden directamente al consumidor prometen analizar el microbioma personal, identificar los microbios en la flora intestinal a través del envío de una muestra fecal y explicar lo que significan para la salud. Los expertos dicen que, aunque los resultados pueden ser útiles, es posible que el campo de las pruebas del microbioma en el hogar todavía no esté listo para el público en general.
El precio: las pruebas cuestan entre $99 y $450, y algunas compañías también cobran tarifas mensuales que varían entre $29 y $99.
Lo que obtienes: los servicios varían mucho. Varios utilizan los datos básicos del microbioma para vender costosos suplementos “personalizados”. Otras pruebas las venden profesionales del cuidado de la salud, que quizás ofrezcan sus propias y costosas consultas de salud para explicar los resultados de las pruebas y hacer recomendaciones. Otros se basan en las investigaciones publicadas y usan análisis de sangre, pruebas de azúcar en la sangre, cuestionarios sobre salud y diarios alimenticios, además de las pruebas del microbioma, para sugerir cambios en la dieta y el estilo de vida.
¿Vale la pena? “Tienes que ser un poco cauteloso”, dice el Dr. Joseph Murray, gastroenterólogo de Mayo Clinic, “A pesar de que nuestra ciencia continúa acumulando conocimientos sobre el contenido [del microbioma] y lo que hace, no sabemos mucho sobre lo que es bueno”. Un artículo editorial reciente de la revista The Lancet expresó similares inquietudes. “Tal vez el problema más importante sea que no existe un consenso sobre lo que constituye un microbioma saludable. Los microbiomas de las personas saludables varían tanto como sus huellas dactilares”, escriben los investigadores de Deakin University, en Australia. “Las incógnitas identificadas acerca del microbioma son asombrosas: alrededor del 20% de las secuencias genéticas bacterianas no se han identificado y se desconoce aún la función del 40% de los 10 millones de genes”.
¿Aún quieres probar? “Lo que tienes que determinar es si la compañía es capaz de darte consejos prácticos”, dice Jack Gilbert, investigador del microbioma de University of California, en San Diego, que ha trabajado como asesor para una compañía de pruebas del microbioma. “Si aseguran que son capaces de hacerlo, comprueba que sus consejos estén respaldados por evidencia científica”.
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