Vida Sana
Hacer ejercicio es, de por sí, un desafío, inclusive en temperaturas cálidas. Pero cuando hace frío, puede ser particularmente incómodo.
Incluso una caminata enérgica al aire libre puede hacer que te falte el aire o provocar molestias en el pecho. El culpable es el aire frío.
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El aire frío tiende a ser más seco, explica el Dr. Aryan Shiari, neumólogo en Mayo Clinic Health System en Eau Claire, Wisconsin. Y si bien los pulmones trabajan duro para entibiar y humidificar el aire que aspiramos, ese aire frío y seco puede irritar las vías respiratorias y hacer que se contraigan y tensen, un trastorno conocido como broncoespasmo. “Tienes esa sensación de falta de aire”, dice Shiari. También puede haber tos o respiración sibilante.
Los síntomas se vuelven especialmente notables cuando la temperatura cae por debajo de 30 °F. Y, además, el ejercicio puede exacerbar las cosas. La respiración rápida, junto con la pérdida de calor y agua de las vías respiratorias como consecuencia del esfuerzo para humidificar el aire frío y seco, pueden desencadenar asma inducida por el ejercicio, dice Shiari. “Es por eso que algunas personas sufren de asma inducida por el ejercicio mayormente cuando se ejercitan en invierno, pero están bien en las otras estaciones”, agrega.
Y si bien las personas con trastornos pulmonares crónicos son más susceptibles a los efectos del aire frío, incluso aquellas cuyos pulmones están sanos pueden encontrarse con que tosen y producen un silbido al respirar.
¿Quiénes están en riesgo?
Toda persona que sufre de alguna enfermedad pulmonar crónica, como asma o EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), corre el riesgo de experimentar problemas respiratorios cuando hace frío afuera, dice Rachel Taliercio, neumóloga en Cleveland Clinic.
“Si tienes alguno de estos trastornos, tus vías respiratorias ya están inflamadas”, explica. “El aire frío y seco las irrita aún más, lo que hace que sus músculos se contraigan y estrechen y se obstruyan con mucosidad”.